En realidad deberíamos afectarlo a la condición humana, en tanto los sistemas corruptos se instrumentan a partir de las estrategias que realizan quienes pretenden rápidamente ser millonarios.
Hace muchas décadas que los argentinos venimos observando como el “meter la mano en la lata” se ha convertido en un deporte, fundamentalmente, practicado por la clase política.
No interesa demasiado el color, ni el sentir ideológico que los conduce a los ámbitos del poder, donde se manejan las cajas, es una enfermedad contagiosa de la cual muy pocos se muestran inmunes.
En algún momento esta columna sostuvo que se había producido un “acostumbramiento” de la ciudadanía que aceptaba, como parte de la cuestión política, que se quedaran con la “nuestra”. Eran pocos los que objetaban los sistemas que se instrumentaban para poder llevarse para su peculio gruesas sumas, parte de las cuales eran destinadas a comprar voluntades para seguir robando.
Cuando se produjo el inesperado cambio de rumbo en la categoría política, ante un personaje, extraído de la farándula, a la que usó como trampolín, sustentado en una formación económica sectorizada, muchos se sintieron atraídos por quién les recitaba: “Vengo a destruir la casta corrupta que ha hundido al país”. “Los voy a barrer del mapa argentino y la Nación volverá a crecer y tendrá el gran futuro que le daremos los liberales- llamados libertarios, en un reacomodamiento ideológico”, expresaba a los gritos Javier Milei.
Y un 56,7 por ciento de la población le creyó y no solo eso, sino que estaba dispuesta a sufrir las consecuencias colaterales de un cambio profundo, que consistía en la revalorización del libre mercado como instrumento de comercialización, el achicamiento del Estado, abandonando su raíz paternalista y abrirnos al mundo del futuro.
Sería reiterativo decir que las medidas arrojaron más pobreza y por ende mas indigencia, porque las regulaciones y transformaciones comenzaron a marcar un crecimiento exponencial de la desocupación y cierres de emprendimientos PyMEs que no podían responder a las nuevas exigencias que les marcaba el mercado.
Pero las decisiones hegemónicas del “triángulo de hierro” que conformó el presidente, su hermana y el asesor estrella, comenzaron a mostrar un claro despotismo, que se agudizaba a medida que transcurría el tiempo de gobierno y las “encuestas” le marcaban a Milei que mantenía inalterable los números que favorecían a su imagen y por ende la del gobierno.
Pero ese poder en manos de un personaje disruptivo, denostador, donde prevalece su palabra así fuera equivocada, por sobre quienes conformaban el equipo de trabajo gubernamental que había conformado, resultaba inaceptable, para el ejercicio de un gobierno democrático.
De esta manera se inició la purga, “No pensás como yo o mis dos elegidos, estás afuera del gobierno”. De esta manera fueron desfilando nombres, que se atrevían a señalarle errores. Algunos de enorme valía, otros no tanto, pero eran materia descartable para un “triángulo de hierro” que ahora se nota estaba haciendo su juego.
Sin lugar a dudas resultará una tarea que nunca encontrará el final y mucho menos los responsables directos. Tal vez vez algún “perejil” aparezca y por una limosna acceda a que su nombre quede manchado.
Pero hasta la honra y la dignidad se compran, cuando la moral deja de ser el paradigma que marca el derrotero de la humanidad.
De esta manera llegamos al inicio de un escándalo que muchos procuran morigerar y ponen paños fríos, intentando en esa desesperada búsqueda de “idiotas útiles” a quién cargarle la culpa, de quién ahora, se esconde en una sospechosa “mansedumbre”, que no existe en su personalidad histérica y por momentos enfermiza.
Aparecieron los twits en redes sociales de quienes desde el exterior se han sentido apuntados en una maniobra -que la Justicia deberá dilucidar si es o no fraudulenta- y expresan que le entregaban “dineros -coimas, pagos a cuenta- a la hermana del presidente Karina Milei, para tener acceso a la figura presidencial”.
Luego, sin saberse a ciencia cierta si son reales o generados por los trolls, surgen desmentidas en un intento por limpiar las figuras de quienes son integrantes del “triángulo de hierro”.
La realidad vuelve a imponerse al relato. En tanto debe recordarse que ya hubo denuncias de exigencias a empresarios poderosos para que pusieran una cuota mensual y poder hacer el “colchón” que permita formar el partido nacional de LLA.
Toda esta “suciedad” que va apareciendo tal vez pueda ser aclarada y si existen corruptos que los mismos sean señalados y apartados de la función pública, así fuera la hermana del presidente. Pero esta realidad se presenta muy lejana.
Lo que sí ha quedado demostrado es que la corrupción también está presente en el gobierno de Javier Milei. Ahora no sabemos si son “las fuerzas del cielo” o “Alí Babá y los 40 ladrones” los que ayudan.
Pero eso es otra historia.
Escriba su comentario