Seguramente, cuando en su milonga ‘Betinotti’ metaforiza “Mariposa de alas negras, volando en el callejón”, lo estaba imaginando con aquel moño habitual o corbata volantera caminando por alguna calle oscura y la luz de un farol apuntando a su cuello .

El investigador y escritor Luis Soler Cañas sostiene con firmeza que su apellido se escribe las dos con ‘doble te’. Dice también que sacó su libreta de enrolamiento en 1911, con número de matrícula 432 y allí figura su apellido tal como firmó la etiqueta de algunos de sus discos.

Hijo de inmigrantes italianos, su padre Juan muere siendo él un niño, más tarde su madre María vuelve a casarse con un tal Enea Campodónico. Humilde desde la cuna, es posible que no tuviera estudios primarios por tener que trabajar. Fue obrero hojalatero y también, ya con práctica, moldeador de tacos para zapatos de mujer.

A los 18 años conoce a María Cacciamatta y se casan tras un breve noviazgo. De la unión nació José Juan, que falleció siete meses mas tarde.

Comenzó a cantar a finales del siglo XIX y lo de “El Último Payador” nos es mas que una licencia de Homero Manzi, cuando se realizó la película sobre aspecto de su vida. No sólo lo sobrevivió Gabino Ezeiza, también muchos payadores que perduraron hasta nuestro días.

Su profesión fue siempre la de artista. Sus versos fueron gauchescos. Él conocía perfectamente el arrabal y sabía traducir sus sentimientos, y con la amalgama de su música orillera, le daba a su canto el sabor de la cosa porteña.

Su popularidad se debió a sus canciones como “Pobre mi madre querida”, ‘‘Tu diagnóstico”. Su repertorio incluía canciones de Andrés Cepeda y de Ambrosio Río. No es aventurado decir que fue un nexo entre aquellos cantores y las voces del tango que estaba por aparecer. Para terminar esta nota, diremos que José Betinotti nació el 25 de Julio de 1878 en Bs As, falleciendo en la misma ciudad el 21 de Abril de 1915.

Colaboración Daniel Mollani