En diálogo con La Reforma, la profesional contó cómo llegó al mundo de la fonoaudiología. “Cuando era chica me surgió el interés por la gran variedad de áreas que abarca la carrera, al terminar el secundario comencé a estudiar en la Universidad de San Luis y hace alrededor de 4 años que estoy ejerciendo esta profesión”, comentó.

Actualmente es parte de un Equipo de Acompañamiento educativo, junto a psicopedagoga, trabajadora social, psicóloga, y docentes de apoyo a la inclusión. La función es “acompañar a la Institución y las familias desde las diferentes áreas en las que nos desempeñamos atendiendo a cada particularidad y teniendo en cuenta la gran heterogeneidad que tenemos hoy por hoy en las aulas”, sostuvo.

En particular, “mi principal rol es poder acompañar las trayectorias de alumnos que tengan desafíos en el área pedagógica, de lenguaje y comunicación”, comentó Guillermina. Allí, “se realizan despistajes mediante la observación de determinadas situaciones y en posterior a brindar guía y orientación en caso que se necesite”. 

Sostuvo que generalmente la demanda llega desde las docentes de nivel inicial y de nivel primario, “que es donde mayor convocatoria tiene mi profesión”, “en relación a desafíos en el proceso y adquisición de la lecto escritura, reconocimiento y relación de grafema-fonema (letra-sonido) tanto en lo expresivo como comprensivo”.

En este sentido, dentro del ámbito educativo, su tarea consiste en “brindar sugerencias y orientaciones a las docentes, quienes son las que están con los estudiantes a diario”. Y en caso de presentarse dificultades relacionadas al lenguaje o comunicación “se le brinda sugerencias a los padres para poder realizar una interconsulta con alguna colega”. 

Comentó que en este trayecto ha podido trabajar con docentes y directivos que atienden las necesidades de los estudiantes, “nos convocan y nos hacen partícipe de su escuela con un solo objetivo, poder acompañar la trayectoria escolar de cada particularidad”.

Por otro lado, Guillermina mencionó que en la actualidad no trabaja en el consultorio pero cuando lo hacía era frecuentado por niños y niñas entre 2 y 11 años de edad, “con una gran incidencia en varones”. Destacó que el motivo de consulta es un disparador fundamental para poder conocer a cada paciente, ya que, además, “la fonoaudiología tiene áreas y subáreas que abarcan todas las etapas de nuestra vida; recién nacidos, infancia, adolescencia, adultez y vejez”. 

En este sentido, sostuvo que se puede realizar desde un screening auditivo como son las Otoemisiones, tanto en un bebé recién nacido para detectar presencia de audición, hasta realizar rehabilitación en pacientes que sufrieron un ACV y quedaron secuelas en su lenguaje expresivo y comprensivo o compromiso deglutorio, lo que se denomina disfagia. 

Mencionó que al realizar consultorio “la mayoría de los motivos de consulta eran en el área del lenguaje, comunicación y deglución”, siendo éstas las áreas que eligió al momento de trabajar. “Generalmente, llegaban a consulta padres preocupados por ‘no entender’ lo que su hijo intentaba decirles, también por derivaciones desde la escuela y derivaciones desde Odontopediatría por mal posicionamiento lingual, deglución atípica, etc”. 

Sostuvo que estas situaciones pueden surgir en cualquier momento de nuestra vida, por ejemplo, de adulto puede realizarse una audiometría por razones laborales, y consultas en el caso de tener dificultades deglutorias, de habla y comunicación, hasta patologías neurológicas que comprometen el equilibrio.

Enfatizó en la importancia de consultar con un médico antes de agarrar el teléfono y googlear algún síntoma. “Los profesionales de la salud están para poder resolver y evacuar cualquier duda”, finalizó.