VIERNES 20 de Junio de 2025
 
 
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Fundir, ¿es el objetivo?...

Cuando el presidente libertario Javier Milei vociferaba: “Los voy a fundir a todos”, refiriéndose a los gobernadores y sectores productivos que manifestaban la necesidad de coordinar, convenir, acordar las formas que el equipo económico, el área de Regulación y Transformación del Estado, procuran concretar respondiendo a las exigencias presidenciales para mantener los paradigmas: Superávit fiscal y Déficit cero, eran amenazas que se suponían intentaban amedrentar, que no se concretarían.

Se pueden encontrar razones, con las cuales coincidir, en lo relativo a lograr equilibrio financiero, monetario, comercial, importador y exportador, pero el ataque sin medir las consecuencias que se ha emprendido contra los Estados provinciales parece extremo y desmedido.
Salvo aquellas provincias que se sometieron dócilmente y hacen todo aquello que pide Milei, fundamentalmente, darle los votos de sus diputados y senadores cuando el gobierno los requiere parta imponer determinadas y puntuales leyes, el resto parece destinado a ir achicándose progresivamente, dado que sus economías requieren de varios aspectos económicos que siempre nacieron de rangos coparticipables generados con el gobierno nacional.
Las explicaciones que intentan el presidente, el titular de economía y el ministro regulador, se suponen claras; para ellos son las únicas opciones que tiene el país para recuperarse.
La realidad se impone, las medidas están asfixiando a provincias y a una gran parte de la sociedad que genera divisas a través de sus emprendimientos productivos, industriales, a sectores empresarios que se dedican a la obra pública, hoy restringida totalmente.
Sin lugar a dudas el tema adquiere una profunda dramaticidad, cuando comienzan a sentirse los efectos de la paralización interna, el deterioro que se está produciendo en rutas del país que han sido abandonadas por el área de Vialidad Nacional, reducida a la mínima expresión y, en algún caso, con amenazas de desaparecer.
Cuando se escucha al ministro de economía de La Pampa, Guido Bisterfeld, cuestionando el “embate” de Nación sobre los fondos coparticipables, que ahoga financieramente a las provincias, y advirtiendo que el Estado nacional se enfrentará a una “catarata” de juicios por esta razón. No es la única voz que se alza contra los recortes que produce el gobierno nacional y muestra que estamos ante un escenario de grandes conflictos.
Javier Milei, fiel a su doctrina liberal-anarcocapitalista donde prima el ejercicio del libre mercado llevado a su máxima expresión, sumado a una personalidad intransigente en la que no existen fracaso ni derrotas, está ejerciendo, en la última etapa de los beneficios de las facultades delegadas, el apretón final que le otorgue el máximo liderazgo.
Alguien sostenía que el poder no se presta, no se comparte, solo se ejerce sometiendo a quienes están en la vereda de enfrente. En este caso, son las provincias que -ubicadas ideológicamente- en ámbitos diferentes de la política, centro o centro izquierda, hoy se ven sometidas a los ajustes que promueve el gobierno central para obtener los objetivos propuestos.
Seguir acotando los ingresos de las provincias, limitándolas a manejarse con sus propios recursos, es condenarlas a tener que proceder a planificar nuevas estructuras, suspender asistencias en salud, educación, obra pública, en términos generales, es reconvertir sus funciones y naturalmente perder el ejercicio del poder que le otorga la Carta Magna.
Solo debilitándolas, es factible dominarlas. Ese criterio que forma parte de las estrategias que viene esgrimiendo el gobierno mileista está en pleno desarrollo y solo de lograrlo podrá tener el poder absoluto.
Sin lugar a dudas las fortalezas tienen -siempre- un momento de debilidad y es allí cuando aparecen los errores cometidos, los excesos, y se muestra claramente la ausencia de un criterio dialoguista, que permita gobernar sin traumáticos episodios.
No somos proclives a pensar que nunca nos equivocamos. El ser humano tiene aciertos y comete errores, lo importante es saber reconocerlos, situación que hoy parece desconocer el presidente Javier Milei, sintiendo que está respaldado por las llamadas “Fuerzas del Cielo”, que responderán por todos sus actos.
Todo tiene un principio y un fin. Entender y aceptar que conforma parte de la vida, es un paso criterioso e inteligente.
Javier Milei y sus adláteres vienen ignorando que llegaron por una parte de la sociedad que rechazó lo viejo y voto más por espanto que por compartir el gran cambio.
Según la Carta Magna: “Las provincias son entidades políticas con sus propias instituciones, leyes y autoridades, pero también son parte de la Nación Argentina, compartiendo competencias con el gobierno federal”.
Desconocer este encuadramiento es pretender un gobierno autoritario donde el poder político se concentra en manos de una persona o un pequeño grupo, limitando la participación y las libertades de los ciudadanos.
Eso es lo que se está viendo hoy. ¿Cuál será el futuro que nos espera?

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