Hay un refrán que dice que ‘resulta difícil unir el agua con el aceite’, una verdad irrefutable, en tanto cuando dos o más situaciones no consensúan en los aspectos primordiales -que en un principio generó su unidad- terminan disociándose y muchas veces en malos términos.

Resulta un suceso que se viene repitiendo desde hace mucho tiempo, que no mostraba que pudiera ser diferente en la actualidad.

Cuando se somete a consideración de determinados sectores de la ciudadanía, fuerzas políticas similares, que con ideologías parecidas deciden ir a a una interna para resolver la cuestión de supremacía, es un hecho que la facción perdedora se sienta herida y difícilmente se someta al ganador.

Esto ha ocurrido en todas las oportunidades donde los egos personales y en muchos casos un exceso de soberbia, también falta de tacto político, provocan que confronten dentro del mismo espacio, sin percatarse que eso genera diferencias, que hoy se denominan grietas.

Los resultados negativos de estos intentos internos, que algunos interpretan como un ‘acto democrático’, porque la ciudadanía partidaria tiene la oportunidad de elegir a quién prefiere de su espacio político, tiene secuelas y ninguna positiva.

Hoy estamos en las puertas de una nueva elección presidencial, apenas faltan 22 días y esa frialdad, que resultaba muy notoria en los diferentes ámbitos, señalaba varias circunstancias que, pareciera los estrategas que pergeñan las campañas, no las observan o por otras cuestiones, entre ellas las económicas, no quieren verlas.

Es indudable que en estas cuestiones mucho tiene que ver cuánto valen los asesoramientos de polítólogos-analistas, procurando que les brinden estrategias que les faciliten la tarea electoralista.

No siempre lo que brilla en EE.UU., Perú o Ecuador, se ajusta a la idiosincrasia de todo el orbe. Vale circunstancialmente para un momento y en una sociedad que tiene características similares. Pero en las diferenciadas, los consejos políticos no dan el mismo resultado.

Pueden ser similares en algunas formas de vida o convivencia, pero están en las antípodas en lo que se refiere al pensamiento político.

No existe desmerecimiento de sus capacidades, naturalmente las tienen, pero es indudable que no todas las aplicaciones y fórmulas son aplicables a todos los países.

Pero más allá de estas consideraciones que también hacen a las fortalezas de los diferentes sectores en pugna, hoy se registra en Argentina, que quienes se percibían como ‘invencibles’ ya no lo son tanto. 

Apareció un ‘tapado’ que supo ver el lado débil de la categoría política y adoptando un posicionamiento diferenciado, agresivo, explosivo, captó un segmento de la ciudadanía que no era adecuadamente considerado por sus pensamientos rebeldes.

La referencia claramente identifica al libertario Javier Milei, hoy considerado un posible ganador. Adopta características disímiles, pasando del moderado al agresivo con una facilidad que realmente asombra. Eso ha logrado penetrar en una capa social que se sentía descuidada y hasta menospreciada.

Pero también tiene sus grietas. Varios de los posibles integrantes del incipiente armado staff gubernamental, difieren y han mostrado ideas que han conspirado con el pensamiento liberal, de respeto y consideración por el otro.

El otro segmento que está sufriendo un grave deterioro interno-partidario, es Juntos por el Cambio, donde se ha deslucido la figura de Patricia Bullrich, en aras de consensuar a los integrantes de la coalición que la respalda. Esta actitud ha producido un efecto contrario al buscado y la disparidad se ha convertido en expresiones de descontento que se manifiestan abiertamente.

En La Pampa el radicalismo, segmento integrante de la coalición, ya había hecho sentir su disconformidad cuando el presidente del partido Gerardo Morales decidió, contrariamente al sentir de la mayoría de los ‘boinas blancas’, no ser cabeza de la coalición política que los representa.

Sucedió lo contrario y hoy ya afloraron los desacuerdos que se hicieron públicos y manifiestan que no acompañarán a la candidata; no siendo la única provincia que lo ha hecho saber.

El escaso tiempo que media para la elección general, donde se presume saldrán los contendientes de un factible balotaje, dado que, presumiblemente, ninguno alcanzaría las diferencias para alzarse con la victoria en la primera vuelta; señalan que lo que se rompa ahora será muy difícil de reparar y llegará al 22 de octubre con debilidades que pueden postergar sus aspiraciones.

Tampoco es un ‘campo de rosas’ el terreno que pisa Unión por la Patria. Allí Sergio Massa, ministro de Economía y candidato presidencial por el sector, sigue remando en distintas fuentes, como el gremialismo y los sectores afectados seriamente por la inflación.

El resultado recién se podrá apreciar en las generales. Por ahora todas son estrategias, unas más acertadas que otras. Las urnas y la sociedad dirán quiénes convencieron.