El tema no es nuevo, desde hace varios años viene ocupando las primeras páginas de medios de información y es objeto de tratamiento en canales televisivos donde se han montado programas especiales para analizar, comentar y procurar encontrar motivaciones en el notable incremento que se ha producido en todo el país.
Es incuestionable que existe un profundo y muy marcado desequilibrio psíquico, siendo notorio en jóvenes adolescentes y jóvenes adultos, quienes cometen hechos de tremenda violencia y, cuando los indagan, surgen explicaciones de una total incoherencia, situación que está estrechamente relacionada con el alto consumo de estupefacientes u otras adicciones como el alcoholismo, que son parte de un desmoronamiento del comportamiento humano.
El suceso ocurrido en un domicilio de la localidad bonaerense de Bosques, en cercanía de Florencio Varela, adquiere trascendencia porque es difícil encontrar razones para que sean parte del cuadro violento de femicidios dos criaturas, una de 4 años y un bebé de siete meses.
Naturalmente se registra como elemento generador el femicidio de una joven madre de 22 años que es asesinada tras haber sufrido una violación, igual que uno de sus hijos de 4 años, mientras que el bebé es atacado en su cuna y lucha por su vida en un establecimiento asistencial adonde fue trasladado.
Un joven de 29 años, tras ser detenido reconoció ser el autor, pero las causales se chocan con la afirmación del asesino ante la respuesta “que no sabe por qué lo hizo”. Podría suponerse un hecho más de los que se producen a diario, producto de los efectos del consumo de drogas, pero señala el grave cuadro de desorden psicológico que está sufriendo parte de nuestra sociedad.
De las situaciones que se viven en la calle, donde la convivencia ciudadana se ha roto y cualquier discusión o suceso, no importa la trascendencia que tenga, es motivo de ataques, insultos, hasta llegar a la utilización de armas, objetos cortantes, y que son motivo de preocupación de los cuadros interdisciplinarios que se encuentran abocados a establecer normas e impartir, en clases especiales a nivel educativo, formas de conducta que nos permitan controlar esta anarquía social, a través de atenciones básicas de profesionales entendidos en la materia.
En la actualidad se determina que “La violencia psicológica constituye actos que conllevan a la desvalorización y buscan disminuir o eliminar los recursos internos que la persona posee para hacer frente a las diferentes situaciones de su vida cotidiana”. Este proceso se percibe en un segmento etario, sin la debida experiencia y formación, que se siente disminuido ante el marco que lo rodea y pretende igualarse a través de la ingestión de drogas u otras adicciones que le dan una fortaleza que parte de la total inconsciencia.
Es en este estado, producto de las circunstancias comunitarias que lo rodean y donde se está formando, es donde aparecen los síntomas más destacados como: “irreflexión, imprudencia, temeridad, insensatez, irresponsabilidad, impetuosidad, precipitación, descuido, ignorancia, desconocimiento”, planos que lo llevan a cometer cualquier acción criminal, no sintiendo responsabilidad alguna.
Además, los estudios han mostrado que “la exposición al abuso emocional en la infancia tiene una serie de efectos a largo plazo, que pueden durar hasta la edad adulta, entre los que destacan la depresión, ansiedad, estrés post traumático, baja autoestima, aislamiento y distanciamiento de otras personas, apego inseguro”.
Esta sintomatología es parte de una serie de cuadros que hoy se pueden ver reflejados en los excesos de violencia extrema, que se materializan en nuestro país. Es un suceso que nadie desconoce: el deterioro ambiental, la pérdida de valores morales, la ruptura de la sana convivencia, son parte motora de estos desarreglos que hoy afectan a la sociedad.
El tema es preocupante y sin lugar a dudas conforma la esencia de un profundo cambio que debe operar en todo el marco ciudadano acuciado por la decadencia, caída y/o desintegración de sociedades humanas complejas. “El colapso o catástrofe social es un quiebre a gran escala o una declinación a largo plazo de la cultura, las instituciones civiles y/u otras características principales de una sociedad o civilización, de forma temporal o permanente”.
El tema es preocupante y merece le prestemos la debida atención, a los efectos de poder alcanzar la reversión de esta situación, que ha sido una constante que acompaña la fractura socioeconómica que soportamos desde hace décadas.
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