Mientras se celebra en determinados sectores el fallo de la Corte Suprema, que coloca a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner fuera del escenario de la política nacional, hay ámbitos del gobierno de Javier Milei que se muestran preocupados por los efectos de reacciones sociales.
Era un fenómeno esperable, y si bien se vieron acciones en forma inmediata de grupos que con sus caras tapadas provocaron serios daños en medios de comunicación vinculados directamente con la organización del Grupo Clarín, se puede presumir que a lo largo de las próximas horas y días se registrarán convulsiones en sectores del trabajo, varios gremios ya lo han manifestado, y se podría agudizar la reacción de sectores afines al kirchnerismo.
Era previsible que no se aceptaría en determinados cuadros políticos que se reafirmara una decisión judicial, que pusiera fuera de las futuras disputas electorales a quien -más allá de derrotas y frustraciones de los últimos tiempos- sigue manteniendo su núcleo duro del 25 al 30 por ciento de un electorado que no admite una decisión judicial de esta naturaleza.
Recién han comenzado a sentirse los efectos producidos por el fallo del Tribunal Supremo, a quien se acusa de no haberse tomado más tiempo para resolver las cuestiones que tenía entre manos.
Fue más urgente que lo habitual, es cierto, los antecedentes obrantes judicialmente, cuando ha tenido que intervenir la Corte, así lo indican. Inclusive reconocidos constitucionalistas lo señalan como una “movida extraña”.
En aquello que nadie pone en tela de juicio es el contenido de su resolución judicial. Según abogados de larga trayectoria, y reiteramos constitucionalistas, aseguran que era el camino que ha seguido normalmente en casos similares.
Hay una objeción que ha merecido largas discusiones sustentada en diferentes criterios con los cuales se maneja la jurisprudencia argentina, donde la “advertencia” que hay dos bibliotecas para cada tema es un suceso concreto y que está basado en formaciones personales, interpretaciones e intereses que juegan un papel preponderante en cada caso que deba tratarse.
Naturalmente que se debe señalar que estamos ante un hecho diferente, con personajes sobresalientes del común de la sociedad por el papel que han desempeñado a lo largo de las últimas décadas y eso genera que debería haberse obrado con mayor prudencia, fundamentalmente en mantener -siempre lo han hecho los “cortesanos”- un silencio total sobre los casos a tratar, impidiendo filtraciones que pudieran conspirar con el resultado del mismo.
En este caso sucedió lo contrario y varios medios periodísticos en diferentes programaciones con contenidos de orden social-político y económico, adelantaban “datos de fuentes inobjetables”, que muchas horas antes de que trascendiera oficialmente, ya se conocía el resultado.
Anormal, sí, ninguna duda cabe. Según una inobjetable fuente ligada a la Justicia, señaló que los tres miembros de la Corte procuraban sacarle dramatismo al tema y al dejar trascender algunos datos, inferían se produciría un ambiente diferente, dado que la ausencia de sorpresa ya no existía y se comenzaba a manejar la certeza de un fallo condenatorio al no hacer lugar a los planteos legales sobre los cuales debería emitir sus sentencias.
Pero el “tsunami” era inevitable. Podrían darse aspectos morigeradores, que estaban centrados en cuál sería el destino “carcelario” de Cristina. Si directamente pasaría a una prisión domiciliaria y bajo qué condiciones.
La posibilidad de que se dieran a conocer normas reglamentarias que fijaran los alcances de la detención domiciliaria y si estaría contemplada la relación política, que aunque fuese individual, con determinados personajes, le podría brindar la posibilidad de mantener el poder de su grupo de seguidores.
Todo esto es parte de los manejos actuales. Ya se supo que el juez que entiende en la fijación de los parámetros del futuro de la ex presidenta rechazó los pedidos de los fiscales que estaban deseosos de verla entre rejas. Esto pareciera no sería factible.
No obstante faltan varios días, dado que el plazo para presentarse en Comodoro Py es de cinco días hábiles, que se cumplirán la semana entrante y recién ahí -si es que no hay filtraciones - se podrá conocer el destino final de Cristina Fernández de Kirchner.
El clima es tenso y los trascendidos son de todo tipo y naturaleza, según quién los haga conocer y qué intencionalidades los animan.
Se presume que los tiempos futuros no serán fáciles y según algunos analistas se esperan conflictos diversos, pero fundamentalmente hablan de “inquietud social”.
Nada que extrañe, ni que sorprenda. Lo que se está viviendo no es el mejor ni el más placentero de los momentos argentinos.
La llega del presidente Javier Milei de su periplo europeo, genera expectativas, especialmente en torno a la gestión que se truncó el lunes pasado con gobernadores, que le plantearán la necesidad de instrumentar acciones tendientes a reestablecer las relaciones del gobierno central con Estados provinciales que no comparten las ideologías libertarias.
Junio se muestra como un mes histórico para la política nacional. Para algunos, el comienzo de un nuevo ciclo en la vida institucional argentina, para otros, el principio del fin.
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