Ha merecido estudios diversos y profundos análisis de especialistas en la materia, determinar cuando un ser humano debe decir “Basta” a determinados objetivos laborales que, de ser placenteros, se convierten en una “Espada de Damocles” que puede tener derivaciones diversas y ninguna buena.
Un grupo de investigadores de un centro de estudios de Glasgow, analizaron los síntomas que se empiezan a ver entre las personas, fundamentalmente los jóvenes que evidencian estar pasados de estrés y sobrecargados de información.
En un mundo agitado, con las exigencias de tener que mejorar constantemente la formación intelectual, dedicándole más tiempo al estudio, la lectura, todo con el objetivo de crecer y tener mejores perspectivas de vida futura; están siendo severamente afectados y bajando su rendimiento, desaparecen las ganas de darle continuidad a los objetivos fijados.
Olvidos y falta de concentración son síntomas cada vez más comunes en nuestra sociedad producto del síndrome de la vida ocupada. El mencionado estudio hace referencia, preferentemente a un determinado target de jóvenes convertidos en las promesas del futuro, por ser las nuevas generaciones.
Se agudiza la sintomatología cuando hablamos de personas grandes muy mayores que dedicaron su vida a determinadas actividades y les han dado continuidad porque el mismo desempeño les permite mantener activas las funciones cerebrales, situación que les hace más fácil desempeñarse en una etapa donde la tecnología, los constantes avances de la ciencia y ahora la incorporación de la AI, son factores que requieren seguir alimentando el funcionamiento mental.
Según -Bertrand Russell- “Palabras mayores sería el SDO. Con relativa frecuencia, las personas muy atareadas sufren síndrome de desgaste ocupacional, también conocido como burnout o, más coloquialmente, ‘estar más quemado que la pipa de un indio’”.
“El SDO es una dolencia que aparece como consecuencia de padecer estrés continuado en el trabajo, lo que, normalmente conlleva vivir con estrés también las situaciones personales. Los primeros síntomas son el desgaste emocional, la pérdida de energía, la poca capacidad de mostrar alegría o el cansancio”.
En la mayoría de los casos no han percibido que el cúmulo ocupacional produce un efecto contrario al que se está buscando. Errores continuos, interpretaciones que no corresponden con la realidad, agotamiento integral en lo físico y mental que como consecuencia hacen se abandonen actividades que son realmente las que benefician no solo al cuerpo sino a la mente.
En una sociedad que viene soportando, desde hace varias décadas, situaciones de profundo estrés en razón de los quebrantos sociales y económicos que se viven, es razonable y se considera normal que el síndrome del cansancio por todo, se manifieste y generalice.
Un factor “endémico” diría un conocido psicólogo argentino a quien indagaron sobre el comportamiento de la ciudadanía ante determinadas circunstancias y sus reacciones, poco o nada saludables para generar una sana y buen convivencia.
Todos son fenómenos que juegan en el cerebro, en las partes conocidas y estudiadas y en aquellos sectores que aún significan una enorme incógnita para quienes se dedican profesionalmente a las afecciones inherentes al sistema neurológico.
El mecanismo nervioso controla las muchas y complicadas funciones interconectadas del cuerpo y de la mente. Las funciones motora, cognitiva, sensorial y autónoma están todas coordinadas y dirigidas por el cerebro y los nervios.
Los diferentes factores que alteran los mecanismos cerebrales, muchos de los cuales no se definen claramente, son los que están provocando los diferentes síndromes que hoy padece la sociedad en su conjunto. Algunos más notorios que otros, pero todos con orígenes similares.
“Cuidado con el vacío de una vida muy ocupada”, atribuida a Sócrates, nos lleva a reflexionar sobre cómo la velocidad en la que vivimos diariamente y la falta de tiempo para la reflexión, pueden dejarnos sintiendo un vacío estéril.
Hay que repensar de qué manera vivimos, si es saludable o estamos exigiéndole a nuestro cerebro y por ende a nuestro físico mayor rendimiento y lo que estamos logrando es el efecto contrario.
Sanearnos es poner límites. Es aprender a vivir de una manera más saludable, para nosotros y para quienes nos rodean.
Nada fácil, pero hay que proponerselo. Es la sabiduría de saber vivir mejor.
Escriba su comentario