Es importante comenzar por analizar la definición de lo inmoral: “Actitud o condición de no seguir los parámetros de la moral, de obrar contra la noción general de lo bueno y lo malo en un contexto determinado o de faltar a las normas de conducta establecidas en cierta sociedad, cultura o época, especialmente en cuanto al respeto a otros”.
Cuando somos parte de una comunidad, tienen un valor fundamental los valores morales que hacen a la idoneidad personal y a la formación que tiene frente a todo lo que enfrenta a lo largo de la vida, ya sea en el terreno laboral, profesional, familiar, social, donde su comportamiento debe estar en un todo de acuerdo a los aspectos fundamentales de la honestidad.
Debemos tener en cuenta cómo se define un ser humano inmoral: “indigno, desaprensivo, de una enorme inequidad, concepto ético que implica una valoración de la desigualdad, desde algún valor o sistema de valores, injusto, corrupto, en definitiva, goza de una enorme indecencia”.
De alguna forma intentamos formarnos un concepto en relación a las situaciones que han tomado estado público en las últimas horas y que hablan de una tremenda bajeza moral que pone en tela de juicio un segmento de personajes que insertados en la política sacan a relucir lo más detestable que puede mostrar tanto una o un funcionario, a los que se ha distinguido nombrándolos en determinados cargos de importancia.
Según Aristóteles, quizás el que más abundó sobre el tema, expresó: “lo moral es aquello que lleva al hombre hacia el fin para el que fue creado, hacia aquello que lo completa. Por el contrario, lo inmoral es aquello que lo aleja de esta circunstancia”.
Toda esta introducción hacía falta para intentar encuadrar a los personajes que hoy son materia de tratamiento en todos los medios de comunicación del país, con repercusiones en otros lugares del mundo, donde se asombran del estado de corruptela en el que se está desenvolviendo la vida de los argentinos.
Aparece Martín Insaurralde, hasta hace horas Jefe de Gabinete de la provincia de Buenos Aires, la presidenta del Banco de la Nación Silvina Batakis, la gerente general de la misma institución bancaria nacional María del Carmen Barros: todos envueltos en diferentes episodios de evidente corruptela, disfrazados -algunos- como parte de interpretaciones de normas y reglamentos, pero inaceptables desde cualquier punto de vista.
La realidad queda plasmada en las acciones que se iniciaron para “despegarse”, rápidamente, de tamaña muestra de inmoralidad. Primero fueron las renuncias, de quien es todavía en uso de licencia, Intendente de Lomas de Zamora, siguiendo por el inmediato pedido de alejamiento de la funcionaria bancaria.
Pero todo indica que con estas acciones no se termina, con un suceso que tiene antecedentes de hace años en nuestro país, en donde la función pública se utilizó como un mecanismo para enriquecerse.
Normalmente nos referimos a episodios que señalan una profunda decadencia en lo social, narcotráfico, la violencia como una forma de complementar la ola delincuencial que azota el conurbano bonaerense y otras provincias. Todo indica que está extremadamente lesionado el tejido social de la Argentina.
Estas circunstancias marcan la ausencia de valores de convivencia, esto no es ni más ni menos que un profundo envilecimiento, donde la ausencia del respeto, la consideración del otro y una forma de vida digna están provocando un grave deterioro de la sociedad.
Estamos ante episodios que por varios días serán el eje central de todos los medios. No es nada nuevo, pero según quienes le den tratamiento, muestran el sesgo que se le pretende otorgar.
Hoy es esperable que intervenga con rapidez la justicia y de esa manera acotar las situaciones que son objeto de los medios y sectores políticos interesados en ganar posiciones, ante la puerta abierta que han dejado los funcionarios cuestionados.
Lo importante sería que pase el torbellino judicial que puede protagonizarse cuando comience a procurar desentrañar -si es que existen- delitos que han dañado a la sociedad.
Una suerte del mito de la “caja de Pandora”, según la versión más común de éste, fue descubrir que: “contenía todos los males, liberando en el mundo todas las desgracias que aquejan a la humanidad”. Lo último que queda en la caja, antes de que Pandora la cierre, es “la esperanza”.



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