Un suceso que se visibiliza día a día y que la sociedad en su conjunto, piense como piense, ya no intenta justificarlo.
Era previsible que si se procuraba disrumpir, o sea interrumpir o alterar brusca o radicalmente algo, o un proceso, los daños colaterales iban a ir en un progresivo aumento, hasta ser una avalancha incontenible.
Estamos en ese proceso y si bien muchos lo han observado y alertan, otros, en el marco de una inconciencia incomprensible, alientan a continuar en ese camino de acotar, ajustar, eliminar, achicar, someter como una forma de imponer el poder gubernamental a cualquier costo.
No podríamos decir que la decisión de la Corte Suprema frente al cuestionamiento judicial contra Cristina Fernández de Kirchner pudo ser la “gota que rebalsó el vaso”, pero si provoca una agitación generalizada cuyo final no puede preverse.
Sectores gremiales alertaron sobre posibles medidas tendientes a oponer resistencias a la resolución procesal que, respondiendo a cuestiones de índole judicial, la ex presidenta resultó acusada y tras cubrirse los pasos que disponen acciones de esta naturaleza, fueron avalados por la resolución del máximo tribunal, sacando del escenario de la política nacional a uno de los cuerpos representativos de uno de los sectores que representa al 25 o 30 por ciento de la ciudadanía.
La reacción social está presente y se percibe un clima de enorme beligerancia. Se han perpetrado episodios lamentables, como el ataque de un grupo de inadaptados a los lugares donde funcionan medios periodísticos como TN, Artear, Canal 13, todos pertenecientes al Grupo Clarín, sindicado como uno de los sectores que mayormente ha influenciado para que se aceleraran los tiempos judiciales.
También fueron atacados dos lugares pertenecientes a la gestión política de La Libertad Avanza, partido oficialista que está procurando alcanzar poder nacional, tarea que ha emprendido la actual secretaria general de Presidencia, Karina Milei, integrante del “triángulo de hierro” y, sin lugar a dudas, uno de los factores que mayor influencia tiene sobre el presidente libertario Javier Milei.
Todas estas circunstancias han servido de “telón” a los efectos de la política económica y a la continuidad del plan de Desregulación y Transformación del Estado, que tiene a su cargo el ministro Federico Sturzenegger.
La otra alteración político-institucional que se vislumbra la constituye la constante presión que se ejerce sobre los Estados provinciales, a los cuales, restándoles ingresos, productos de aportes nacionales que progresivamente son cortados, están generando reacciones, dado que los están llevando a tener que abandonar obras, disminuir índices coparticipables a los municipios, para poder seguir cumpliendo con sus obligaciones, en relación a salud, educación, servicios sociales y en la medida de sus posibilidades enfrentar obras que dejó de hacer Nación.
Hoy se reúnen gobernadores designados especialmente para plantearle al Jefe de Gabinete y su gente las problemáticas que enfrentan y plantear, en el marco de lo posible, la instrumentación de planes que les permitan atender a sus necesidades básicas.
Guillermo Francos usará su cintura política para generar un escenario de posible negociación, aunque tal como ya ha ocurrido en anteriores ocasiones, la llegada del presidente Javier Milei será la que defina la factibilidad de los temas que se canalicen como de posible realización.
Todavía sería aventurado evaluar las contingencias que deparará el alejamiento de Cristina Kirchner. Recién la semana próxima se conocerán las limitaciones o licencias que otorgará la Justicia y dependerá mucho de ello conocer las reacciones de los sectores que hoy hacen guardia en el domicilio de la ex presidenta.
El tiempo y los sucesos que se vayan originando dejarán evidenciado si los cimientos que está intentando reformular Javier Milei para la nueva Argentina que promociona no son extremadamente débiles y serán el motivo de que se venga abajo el edificio que pretende construir desde sus elucubraciones liberales-libertarias.
Otro factor que debería merecer atención son los exabruptos que se conoce, de quienes pretenden emular los excesos presidenciales, caso Luis José Espert, Lilia Lemoine, Juliana Santillán y Nadia Márquez que, al igual que los trolls de Caputo, no tienen límites para el insulto, la denostación y el agravio personal. Esto también resulta irritativo y desafiante.
Todo pareciera arrimar más leña al fuego y generar un clima de reacción social que nadie puede comprender porque lo motivan, dado que resulta contraproducente para sus objetivos políticos.
El país se desajusta. Los límites están sobrepasados...
La gran pregunta es: ¿Hasta cuándo soportará el tejido social?
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