¿Qué es lo que los muchachos libertarios no aprendieron? “No aprendieron que para gobernar hay que dialogar, a veces hay que ceder y consensuar. Que no pueden llevarse el mundo por delante y no querer pagar ningún costo”, fue la respuesta del otro lado del teléfono ante la consulta realizada por un periodista de La Reforma.
Entrando a hilar un poco más fino, lo que pasó en la Cámara Alta comenzó a definirse varias horas antes del desenlace ya por todos conocido. El bloque radical, que está dividido entre algunos muy cercanos al Gobierno y otros más críticos, había propuesto/pedido algunos cambios al proyecto girado por el Ejecutivo que no fueron tenidos en cuenta. En ese marco, varios de los diez legisladores que componen la bancada del centenario partido plantaron bandera y decidieron no acompañar a la iniciativa oficialista.
Ya a esa altura los libertarios estaban en problemas, los números comenzaron a no cerrar -por lo meno para llevar el tema al recinto el próximo 26-, pero además se encontraron con otro inconveniente, que tomó cuerpo en la madrugada de ayer, cuando en Diputados se puso en discusión la integración de la Auditoría General de la Nación (AGN) dándole un lugar a en ese organismo de contralor a Pamela Caletti, una dirigente cercana al gobernador de Salta, Gustavo Sáenz, en detrimento de un/a representante del partido que lidera Mauricio Macri. Esto generó la reacción automática del jefe de la bancada “amarilla”, Cristian Ritondo, pero fundamentalmente detonó -por lo menos por ahora- la relación entre LLA y el PRO, que a esa altura no quería acompañar al Gobierno en absolutamente nada y hasta amenazó con no facilitar el “quórum” para el tratamiento de otros temas.
Pero no todo terminará allí. El proyecto de Presupuesto que tiene media sanción en Diputados pasará al Senado sin “el corazón” que significaba el capítulo rechazado en Diputados, lo que para el Gobierno de Javier Milei es un gran dolor de cabeza y, según confiaron algunos de los senadores consultados por este medio, “lo más probable es que se apruebe como viene, es decir, sin la derogación de las leyes de financiamiento educativo y de discapacidad, entre otros temas. A partir de allí será el presidente quien, mediante decreto, intente modificar lo que el Congreso está determinando”.
Diputados fue un nuevo “botón”
Un viejo dicho popular sostiene que “para muestra alcanza un botón”, pero en este caso en los ámbitos parlamentarios se habla de una nueva muestra (y van…) de la soberbia con la que se mueven algunos dirigentes libertarios.
Durante la jornada del miércoles y la madrugada del jueves la oposición vino perdiendo en Diputados todas y cada una de las votaciones. Hay quienes reconocen que ya estaban “medios entregados” a una derrota parlamentaria que no haría más que alimentar el ego oficialista, entonado por el resultado de las últimas elecciones.
Pero “la política es el arte de lo posible” lo que hoy parece un hecho, mañana puede no ser más que un espejismo o, en otras palabras, lo que aparenta ser una victoria resonante se puede transformar en una derrota dolorosa.
El polémico capítulo 75 del Presupuesto 2026 determinaba, entre otras cosas, la eliminación del financiamiento universitario y de discapacidad, el congelamiento de las Asignaciones Familiares y AUH, y modificaba el régimen de subsidios a “zonas frías”. Pero, además, dentro del mismo articulado de ese capítulo, se incluía el pago de cifras millonarias a Edesur y Edenor y el pago de la deuda que nación tiene con la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
El oficialismo se jugó, según cuentan fuentes muy confiables de la Cámara, a que “dialoguistas” aprobaran el Capítulo cuestión e hicieran la pantomima de expresar su desacuerdo con algunos de los artículos ya votados oportunamente por amplia mayoría, lo que quedaría registrado en la versión taquigráfica, pero que no tendría incidencia verdadera en la resolución final, dado que el capítulo había sido votado en su totalidad y no habría discusión “artículo por artículo”.
Todo parecía encarrilado en ese sentido hasta que los radicales, si otra vez los radicales, dijeron que no se iban a prestar a la maniobra y que rechazarían todo el capítulo porque estaban en desacuerdo con desfinanciar a las universidades y a la discapacidad.
A partir de esa postura, la algarabía del oficialismo y alguno de sus aliados se derrumbó como un castillo de naipes. “No esperaban semejante derrota y sus caras no lo pudieron disimular, pidieron un cuarto intermedio, pero el golpe de nock out ya estaba dado y no pudieron reponerse”, contó uno de los diputados de la oposición a La Reforma.
Para muchos ciudadanos de a pie esta nueva instancia (no se puede decir que es el final porque siempre habrá una batalla más) la derrota del Gobierno en esta votación es un bálsamo; fundamentalmente para aquellas personas que en sus familias hay personas con alguna discapacidad o quienes para quienes defienden a la universidad pública.
En ambos casos el Gobierno libertario cayó en su propia trampa. Planteaban un Presupuesto con un presunto déficit cero que no era tal, porque -por ejemplo- no decían de donde iban a sacar el dinero para hacer frente al pago a CABA y de que lugar se extraerían los fondos para destinar 21 mil millones de pesos al Consejo de la Magistratura, algo que también figuraba en el ya tristemente célebre Capítulo 75. Por otro lado, una reforma laboral que no tenía los acuerdos mínimos necesarios, por lo que van a tener que, a pesar de algunas bravuconadas, “barajar y dar de nuevo”. En síntesis, fueron dos fracasos… y ninguna flor.
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