SÁBADO 13 de Diciembre de 2025
 
 
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El ejercicio de la verdad

Desde hace mucho tiempo que los argentinos vivimos con la utilización de las “medias verdades”, como fórmula para mostrarnos una realidad que, en la práctica, es justamente una enorme mentira.

Para el pensamiento filosófico: “la verdad implica siempre una relación entre un sujeto, es decir, una inteligencia, y un objeto, o sea, una realidad. Como tal, la verdad es la concordancia del pensamiento con lo real. En este sentido, si tal correspondencia no se da, entonces podemos afirmar que se trata de una proposición falsa”.

El término alcanza una profundidad sin limites en el pensamiento humano. Debemos tener en cuenta ese refrán popular: “Nos venden gato por liebre”... se repite en cada acción intencionada que se percibe en el comportamiento de sectores de la sociedad, por caso el político, que siempre busca obtener un rédito a su favor.

Están los más avispados que elaboran lo que se conoce como las verdades a medias, es decir un poco es cierto lo otro es lo que les conviene que se crea y de esta manera se conforma a los sectores que están necesitados de enfrentar la realidad para saber cómo salir de las difíciles situaciones sociales que atraviesan.

La verdad es la coincidencia entre una afirmación y los hechos, o la realidad a la que dicha afirmación se refiere, o la fidelidad a una idea. El término se usa en un sentido técnico en diversos campos como la ciencia, la lógica, las matemáticas y la filosofía y se la ha incorporado, decididamente a través de estas disciplinas, al mundo de la política, falseando realidades y mostrándolas como efectos de los errores, que muchas veces no son tales sino operaciones tendientes a ganar voluntades.

El mecanismo no es nuevo, lo que se ha logrado es mejorarlo y convertirlo en algo creíble, cuando en realidad era un armado concretado para obtener sectores sociales que, creyendo lo que prometían, se convertían poco menos que en presos de sus propias necesidades.

La aparición en la escena política argentina de un personaje que primero disruptivamente y a los gritos decía tener la verdad y señalar los flagelos que habían convertido al país en un “mercado persa” donde ganaban los que tenían más recursos para comprar, a los que denominó “la casta” y prometía recomponer la Nación combatiendo todos esos males, a los que culpaba de haber generado pobreza, indigencia y el derrumbe social de tres generaciones postergadas y sin opciones a futuro; ganó un espacio y llegó a convertirse, de la nada, en el próximo presidente de los argentinos.

Fue, sin lugar a dudas, utilizando algunas verdades y algunas otras transformaciones de la realidad, que las convirtió en su proclama rebelde.

Comenzó ganando a los más jóvenes, atrayendo a los que no podían contener su enojo y, finalmente, se fueron incorporando aquellos que no creen demasiado en nada.

Hoy nos estamos enfrentando a una rara mezcla de verdad consustanciada con la realidad y medias verdades que nos muestran que no todo es tal como se nos plantea.

Javier Milei tuvo que apelar al abandono de ese lineamiento inicial, que podía ser chocante por lo disruptivo, pero marcaba un camino. Su pelea contra la “casta” pegó fuerte en un gran sector de la sociedad, que creyó que era una de las salidas, pero todo formó parte de la “media verdad”.

Hoy vemos que la “necesidad tiene cara de hereje” y por más que aproveche de estrategias, astucias, tuvo necesidad de rodearse de quienes tienen “cintura política” y contactos, aceptando que la misma casta que rechazaba es ahora parte de su programa de gobierno.

Configura, sin lugar a dudas, una forma de dibujarnos la realidad. Hoy nadie puede asegurar que sea el camino indicado, por lo menos no es lo que se había planteado en una primera instancia.

Todo señala que debe apelar a otros recursos humanos que se “amontonan” a su alrededor en procura de alcanzar la “peguita” y el poder que el futuro presidente puede otorgar.

Es “casta”, sí por supuesto, tal como lo interpretaba Milei. Están dentro de los parámetros que en un principio hacía año y monedas sostenía con marcado énfasis, en cada oportunidad que le brindaban televisivamente: “Vengo a eliminar la casta”, y eso marcaba buenos ratings.

Llegado el momento de jugar en las “ligas mayores”, la realidad, la verdad comenzó a mostrarle el camino “paralelo”. Ya no rompemos, ahora arreglamos y después vemos. Ya la “casta” corrupta que hay que eliminar, ya no es tan corrupta y hay a quienes se pueden sumar.

Y de esta manera fuimos viendo cómo se rotaba y los malos de antes pueden ser los buenos del presente. Dijo Bill Clinton: “Es la economía estúpido”, nosotros lo transformamos: “Es la política, estúpido”. Todo tiene una correlación semántica.

Ni malo ni bueno, es demasiado temprano para juzgar, solamente es una diferencia que nos plantea manejar las medias verdades, que finalmente deforman la realidad que se vive.

Ahora sólo resta esperar los resultados.

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