Uno de los principales -sino el primer- dilema que tienen quienes ejercen y conducen sectores de la sociedad, es arbitrar los mecanismos que les permitan mantenerse con todo el mando.
Tarea nada fácil y que con diferentes formas y escenarios es parte de la historia del mundo. Hubo épocas en las que era tan potente el mesianismo que se llegaba a eliminar los riesgos que podían generarle quienes pensaran diferente a sus objetivos. Recapitulando podemos encontrar ejemplos muy claros y contundentes sobre los efectos que produce en los humanos ser el poseedor de las “mieles del poder absoluto”.
Esos factores provocaban una profunda deshumanización y mostraban la total ausencia de cuidados a la persona, de manera solidaria, digna, con respeto, empatía, teniendo en cuenta sus decisiones y sus valores.
Estas circunstancias y naturalmente muchas otras fueron transmitiéndose de generación en generación, adoptando distintas modalidades de aplicar el concepto de dominar en forma integral a las comunidades que habían optado por respaldar su persona para gobernar de acuerdo a los propósitos enunciados y que procuraban solucionar los problemas que planteaba la ciudadanía.
De esta manera han ido desfilando por ese escenario “privilegiado” diferentes políticos que, memorando el dicho: “Sigánme no los voy a defraudar” lo supieron captar, con una inteligencia de hábil manejador de la política como convencer a sus electorados.
Así llego al “Sillón de Rivadavia” el libertario Javier Milei y utilizando y adaptando diferentes mecanismos que le permitieron, sin estructura política alguna, hacerse del máximo poder en la Argentina.
Su apellido es lo único que tiene como valor e incidencia en los actos de transformación, regulación y cambio de un sistema de gobierno que pasó de un extremo al otro, cuando decidieron el 56,7 por ciento de los argentinos, entendió que era el momento del cambio.
Esa valoración personal realizada hacia una persona que se ve como el “Mejor presidente que ha tenido la Argentina” y remarca, en cada oportunidad en que ha ocupado algún escenario internacional, destacar que es el líder liberal más importante del mundo occidental, donde las políticas están marcando claramente la preeminencia del mercado sobre la sociedad, señala que estamos ante un “apolítico” cuya inteligencia es innegable, como también lo es su deseo íntimo de convertirse en el eje de un mundo nuevo.
Hoy están en un intento por armarse como partido nacional, aunque su figura sigue siendo preeminente, más allá de su intento por materializar poder en su hermana “el Jefe” Karina Milei y en el asesor estrella presidencial -“el come libros”- como señaló su mentor Jaime Durán Barba en una nota realizada por el periodista Luis Novaresio, refiriéndose a Santiago Caputo, un verdadero Rasputin en la estructura mínima que hoy ostenta La Libertad Avanza. El intento puede nulificarse si pretenden obrar como lo han hecho hasta ahora.
De cualquier forma que se intente observar el comportamiento del presidente liberal-anarcocapitalista Javier Milei, sus actitudes están llamadas a recomponer la oposición que -en parte- ya ha entendido que deben escarbar en las nuevas generaciones buscando una figura que reúna todas las condiciones que requiere parte de una sociedad que no comparte el accionar del libertario.
Institucionalmente ya han comenzado a vislumbrarse actitudes que indican una reacción tendiente a señalar que donde terminan los derechos de uno empiezan a tener vigencia los del otro y esta simple, pero categórica, disquisición pone de relieve que Milei pretendió ser el centro de los tres Poderes Constitucionales, en mayor medida imponer condiciones al Legislativo y el intento ha comenzado a frustrarse.
El haber estirado la definición en lo que respecta al financiamiento universitario, que denostó y aseguró que lo vetaría integralmente, marca que -por lo menos- en el marco del “trío poderoso” Milei-Milei-Caputo, están observando que pueden llegar a sufrir una dolorosa derrota, si vetado esta norma de aplicación presidencial, es revista por la mayoría legislativa.
La preanunciada marcha universitaria que se realiza hoy en todo el país y que promete ser multitudinaria, es una señal clara que muchos de esos jóvenes, profesionales, ciudadanos y ciudadanas de a pie, representaciones de diversos sectores sociales, hoy le están diciendo que “Todo no se puede”, que los límites existen, también para el presidente de la Nación.
Las situaciones que son esperables ocurran en los próximos días llevarán algo de claridad al esquema político nacional. Haber consentido bajar los “decibeles” ante los popes de la CGT, concediéndoles parte de sus requerimientos por la reforma laboral y dejar abierta la mesa de negociaciones es comenzar a entregar parte del poder.
Eso lo hicieron: Guillermo Franco y Santiago Caputo. ¿Javier Milei les dará el visto bueno?
El país tiene varios escenarios en plena actividad: el legislativo con la boleta única aprobada ayer en maratónica sesión, la marcha universitaria y los efectos que pueda causar, el tratamiento del Presupuesto, entre otras actividades que marcan un Estado convulsionado y mostrando -ahora- grietas internas que Javier Milei está intentando disimular. ¿Podrá?
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