El gobierno del presidente libertario Javier Milei, desde hace año y tres meses, viene intentando construir la “nueva Argentina”, aunque no consideró que sin cimientos sólidos el edificio comenzaría a temblar, anunciando las debilidades estructurales, posteriormente se iniciarían las primeras “rajaduras”, preanunciando que de continuar sin medidas adecuadas, el derrumbe sería inminente.
Este escenario se estaría vislumbrando, puede acontecer de intentar sin adecuados consensos transformar el país y reconvertirlo en una Nación poderosa, sólida, que pueda competir en el mundo moderno.
Argentina pasó de ser lo más fuerte del cono sur a estar por debajo de las condiciones económico-financieras y sociales de los países limítrofes que durante muchas décadas dependían del sistema comercial, productivo, argentino, a ser ellos los que, de sus flaquezas, lograron consolidarse en ámbitos como el Mercosur, e interrelacionarse con el primer mundo como proveedores de insumos básicos, fundamentalmente producción agricologanadera.
Hoy los insultos, los agravios, las denostaciones constantes que son plataforma del gobierno libertario ya no son considerados trascendentes. Enojan, generan grietas diplomáticas, cercenan posibilidades de consolidar esfuerzos en común, pero suenan a balandronadas sin efectos positivos.
El posicionamiento de Javier Milei de convertirse en “socio comercial” de los EEUU dada su relación con Donald Trump, nos está colocando en un andarivel que no cuenta con apoyo formal, por ahora. Son solo gestos amistosos, de amigos. Pero los negocios van por otro lado.
Esta realidad se está convirtiendo en nuestra “Espada de Damocles”, especialmente cuando tratan de “vendernos un relato” financiero para que los actores que se mueven en el mercado de las finanzas, inversiones, entre otras alternativas que ofrece ese escenario, tengan confianza.
La gran pregunta es: ¿Confianza en qué y en quién? Porque la realidad les está indicando que cuando el titular de economía, Luis “Toto” Caputo, sale a decir que “el dólar no se va a disparar de ninguna manera”, todos salen corriendo a comprar dólares porque lo que se viene es todo lo contrario a lo que pretende vender el “mago de las finanzas”.
Todavía está fresco en la memoria de muchos argentinos cuando Lorenzo Juan Sigaut, economista argentino que se desempeñó como ministro de Economía de Argentina durante la dictadura cívico-militar autodenominada “Proceso de Reorganización Nacional”, pronunció aquella fatídica frase “el que apuesta al dólar pierde”. Los argentinos aprendieron a sangre y fuego que si un ministro de Economía pide no comprar dólares, eso es exactamente lo que no hay que hacer.
La situación se enrarece y se nota la desesperación del oficialismo por ir tapando los agujeros que se producen en la economía, pese a sostener que hay Superávit fiscal y Déficit cero. No se sabe hasta cuándo, pero ellos dicen que hay.
El dólar se escapa, el crédito que anunciaron del FMI estaría listo y solo faltarían “detalles” para cerrar el acuerdo, pareciera no es tan así. Las controvertidas versiones de Caputo, por un lado, y las enunciadas por la representante de la entidad de préstamo internacional, ponen en evidencia que puede haber dólares, pero estarán condicionados al cumplimiento de las exigencias monetaristas del Fondo y será en cómodas cuotas.
Esto es, realidad, todo el otro relato oficialista que esta al “borde de un ataque de nervios”, porque los plazos se acortan y las soluciones se alejan.
Todo este panorama jugado en un ámbito político que se está disputando a “todo o nada” en CABA, convirtiendo una compulsa centralizada de un estado provincial, en una encuesta nacional.
La Libertad Avanza buscando en soledad mostrar un poder político que -hasta ahora- había sido sostenido por la complacencia del PRO, marca el inicio de una nueva etapa, ahora deben mostrar su fortaleza.
El kirchnerismo mantiene una disputa que no permite analizar certezas en lo que se refiere a resultados. Cristina Kirchner hoy -en los papeles- quien ostenta más poder electoral, no logra hacer pie, ante la presión que están ejerciendo las acciones judiciales en su contra.
El PRO, desdibujado, intenta tras las apariciones de Mauricio Macri recuperar el protagonismo perdido, aunque muchos de los que fueron sus dirigentes están intentando reemplazarlo para quedarse con el poder negociador de lo que fuera, en su momento el partido “amarillo” que diera lugar a Juntos por el Cambio.
Apareció Lilita Carrió, un valor notorio de la política que tiene chances por su accionar, solidez en los juicios de valor que emite, pero a quien no le alcanza para ganar peso en un electorado que le desconoce poder; jugará con Paula Oliveto como su delfín más fuerte.
La figura de Leandro Santoro, legislador, hoy el jugador que mayores chances tiene en esta puja intermedia. Logra aglutinar líneas internas del radicalismo, peronismo, kirchnerismo y otros sectores que hoy pueden ser el ariete que prevalezca ante el desorden interno de los restantes competidores.
Se está levantando un enorme edificio cuya solidez está en duda. “La única verdad, es la realidad”, dijo Aristóteles. Y esa verdad la tiene la ciudadanía a través de su voto.
Solo hay que esperar.
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