Cuando encontramos diferencias sustanciales en lo referente al marco educativo, se nos suponen chicanas que nacen de la contienda política, dado que la formación de niños, niñas, adolescentes y jóvenes adultos, requiere consensos.
Las diferencias pueden asociarse a la idea de debate, ya que discutir es intercambiar puntos de vista o propuestas sobre un determinado tema. El debate suele suscitarse cuando se encuentran opiniones que resultan contrarias entre sí, pero siempre encaminadas a encontrar un punto de coincidencia.
Resulta sano y provechoso cuando de estos intercambios surgen propuestas superadoras y no en circunstancias de la realización de una contienda electoral en donde prima el “todo vale”, más allá de los perjuicios que, en definitiva provocarán.
Existen en la actualidad una serie de instituciones y personalidades educativas del país e internacionales que están preocupadas y ocupadas en ver cómo alcanzan a sellar la profunda grieta educativa que está afectando, en este caso, a la Argentina, donde los indicadores señalan que estamos en franco retroceso.
Como parte del ciclo de encuentros que Ticmas y la editorial Siglo XXI llevan adelante en el mes de la educación, Cora Steinberg y Sandra Ziegler hablaron del programa PlaNEA que el trabajo que se está desarrollando contempla, “cómo mejorar y fortalecer la educación secundaria. Cómo profundizar la adquisición de conocimientos de lengua y matemática, así como también las habilidades digitales, el pensamiento crítico, la ciudadanía activa, el empoderamiento personal, la creatividad, la resolución de problemas, el trabajo en equipo”.
Señalan las especialistas en temas educativos que: “Este objetivo, que se persigue tanto a nivel regional y global, está en el origen de PlaNEA - Nueva Escuela Secundaria, un programa de UNICEF que acompaña las gestiones educativas provinciales en la transformación escolar”.
Uno de los temas que se plantea es la enorme brecha digital que se ha producido entre el primer mundo y esta parte del planeta, que sujeto a problemáticas severas de orden social- económico, ven que se van reduciendo las posibilidades de lograr una formación integral de niños, niñas adolescentes y jóvenes adultos, que ven postergados y sin -por ahora- obtener resultados positivos para crecer y tener futuro.
Es indudable que el éxodo de profesionales que se van del país en procura de alcanzar un nivel de vida aceptable y portando formaciones realmente importantes, como ingenieros-ingenieras, abogados, abogadas investigadores- investigadoras entre muchas otras especialidades, decidan apelar a cualquier trabajo que les reporte una tranquilidad económica, mientras reformulan sus atributos y conocimientos en busca de crecimiento y futuro.
No podemos omitir el alto grado de deserción escolar, el bajísimo índice de chicos y chicas que no terminan ni primaria ni secundaria, por razones estrictamente económicas, que nos coloca en una situación realmente difícil y es un imperativo de la clase política, sortear.
No se escucha demasiado que estos planteos estén sobre el escenario de la campaña que hoy se desarrolla en el país. Por el contrario, es observable que las urgencias están puestas en ver cómo doblegan al adversario político y cómo convencen a un electorado de casi 12 millones de votantes que se sienten desamparados y no ven opciones de salir del estancamiento.
Tener buenas y malas escuelas pareciera ser un síndrome que padecemos desde hace muchos años. El sistema educativo argentino es de baja calidad, antiguo e injusto. “El ejemplo más claro se da en la universidad: todos entran, pero en la primera materia, los textos sólo pueden ser procesados por los que provienen de las ‘buenas escuelas’”.
Esto nadie puede negarlo. Y no hablemos si tenemos que referirmos a los niveles primario y secundario donde, como una medida transformadora, no existe la repitencia, fórmula que sólo logra desalentar a los que ponen esfuerzo personal al estudio para superar los niveles.
Dice Guillermina Tiramonti, licenciada en Ciencia Política por la Universidad del Salvador (USAL) y máster en Educación por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). “El sistema es insubsistente, las políticas del Estado en todos sus niveles, las prácticas institucionales y áulicas y la desigualdad socioeconómica y cultural que caracterizan a nuestra sociedad, han construido un sistema educativo profundamente injusto”.
Agregando: “La injusticia del sistema no es una condición natural que los diferentes actores tratan de transformar sino, por el contrario, es el resultado del accionar de estos actores”.
Entre otros conceptos expresa que: “Está en lo cierto el sociólogo francés François Dubet cuando afirma que ‘preferimos la desigualdad’. No es verdad que curvemos la vara a favor de neutralizar las inequidades reinantes en la sociedad. Todo lo contrario”.
“Si revisamos lo que se hizo durante la situación de pandemia, veremos que las políticas implementadas perjudicaron fundamentalmente a los chicos de los sectores vulnerables. Y se hizo sabiendo cuál sería el resultado. Tomamos las decisiones más funcionales a la reproducción de la desigualdad reinante en la sociedad”.
Finalmente, afirma que: “El sistema es obsoleto. También es antiguo, inadecuado para la enseñanza de este siglo. Quedó anacrónico, desacoplado de lo contemporáneo. La pandemia demostró la escasa autonomía que tienen todos los chicos para aprender por sí mismos”.
Vale la pensa recapacitar y concentrarnos sin egoísmos personales ni disputas políticas estériles, cuando nuestras próximas generaciones serán -salvo que vayan a las mejores escuelas- gente incapacitada intelectualmente, condenadas al fracaso.



Escriba su comentario