Difícil saberlo, más allá que se escuchan voces que dicen interpretar los contenidos del Acuerdo Comercial que acaban de suscribir, sin firmarlo todavía, Donald Trump y el libertario Javier Milei.
Ante la ausencia del contenido, más conocido como “letra chica”, donde quedan estipuladas las condiciones y los alcances de lo convenido, se transitan en un camino de conjeturas que -por ahora- no son más que presunciones positivas para los que piensan como el presidente argentino y negativas, tornando a perjudiciales para los que están en la vereda de enfrente.
Para una mayor parte de los economistas, analistas internacionales y consultores, sin arriesgar resultados, entienden que es un paso trascendente, para un país emergente, lograr conciliar un acuerdo de comercio con uno de los países industrializados más importantes del mundo.
Aclararon que no es un “tratado de libre comercio”, porque se manejan otros parámetros que atienden necesidades de unos y otros para alcanzar a convenir, en el caso del país del norte, en aquello que le interesa a los norteamericanos y, de Argentina, a comenzar a darle firmeza al plan de reacomodamiento de la economía macro y micro.
Algunos han hecho mención de un “industricidio” que afectaría a la provincia de Buenos Aires, uno de los principales detractores del acuerdo, y complicaría la existencia en Santa Fe, Córdoba y aquellas provincias que han proyectado tecnología de punta y otros emprendimientos que podrían ser afectados si se diera la apertura que, dicen, podría contener este entendimiento comercial.
Se menciona que “Las únicas provincias que en este momento podrían decir con certeza absoluta que esto es positivo, son las productoras de carne”, dado que está consignado el incremento de la exportación de carne de 20 mil a 80 mil toneladas.
En un comunicado oficial se dieron a conocer las claves del acuerdo marco entre Argentina y Estados Unidos, considerándose sobre las siguientes bases: “Apertura mutua de mercados para productos clave, con acceso preferencial en sectores como medicamentos, maquinaria, tecnología, alimentos, productos químicos y agrícolas”.
Reducción de aranceles recíprocos y gradual eliminación de barreras no arancelarias, como licencias de importación y formalidades consulares. Aceptación de normas estadounidenses e internacionales para vehículos, dispositivos médicos y otros sectores industriales, con menos exigencias locales adicionales.
Refuerzo en la protección de la propiedad intelectual y lucha contra la falsificación. Facilitación del comercio digital y adecuación regulatoria para transferencia de datos y servicios electrónicos. Compromisos conjuntos en materia medioambiental, derechos laborales y combate a subsidios distorsivos...
El acuerdo todavía debe finalizarse y atravesar procedimientos internos antes de su entrada en vigor definitiva. Desde ambas administraciones se destacó que el texto constituye una clara señal de apertura para Argentina y abre un horizonte de crecimiento comercial y productivo.
Es un trazado grueso, donde se explicitan aspectos que contiene el acuerdo, dejando sin aclararse el detalle minucioso de los contenidos y en qué afectaría en la Argentina darle cumplimiento.
Por ahora, más expectativas que certezas. En pocos días más podrán conocerse otros contenidos que brindarán la posibilidad de saber hasta dónde este acuerdo somete a la Argentina, la aleja del Mercosur y los acuerdos bilaterales ya concretados, por caso con Brasil y China.
Cuestiones de índole política que hablan de un programa de Donald Trump para lograr que los Estados Unidos se constituya en el eje sobre el cual giran los países sudamericanos y que plantea muchas dudas sobre el futuro desarrollo industrio-comercial de un país emergente como Argentina que hoy, dada la importancia de su hito productivo primario, puede establecer líneas comerciales con países alineados en el Mercosur y ser parte de los convenios con la Unión Europea.
Todo se está manejando con un secretismo que desconcierta y no permite que los entendidos en materia de comercio internacional puedan dar certezas sobre la conveniencia, o no, de los pactos que está cerrando Javier Milei.



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