Ya los hechos y sucesos en todos los planos de la vida nacional nos indican que vamos mal y se supone, en el corto plazo, estaremos peor.
Mientras el presidente Javier Milei hace su juego y procura alcanzar el ideal mental que lo lleva a generar estados de profundo desasosiego en todos los sectores sociales, políticos, económicos, financieros, productivos e industriales de la Argentina; la ciudadanía transita algunos con esperanza, otros con muchas dudas, hacia un punto que, por ahora, no ofrece futuro.
De esta manera, entre lo mucho que vemos y soportamos, nos provoca un lamentable asombro que un legislador de La Libertad Avanza, se halla atrevido a pretender legalizar la venta o entrega de niños por “necesidad”.
Solo al hacer un poco de memoria retrospectiva, nos vamos a encontrar con que en el pensamiento libertario fueron varios los que, de una manera u otra, señalaron caminos buscando ominosas soluciones para nuestra niñez y adolescencia.
Basta recordar el legislador liberal Bertie Benegas Linch, que entendía que los hijos en edad escolar dejaran la escuela para ayudar a sus padres en las diferentes labores que éstos realizan. Un pensamiento en donde “Cuanto más ignorante mejor”... pareciera constituir uno de los paradigmas del liberalismo-anarcocapitalista.
Cuando la realidad del mundo moderno, que pretende avanzar merced a la reconversión en todos los estados sociales, que produce la tecnología hoy, con primacía de la Inteligencia Artificial ya entre nosotros, los integrantes del ámbito de LLA están viendo el progreso, la educación, la salud, para unos pocos. Cuanto más ignorantes mejor, parece la consigna.
El titular del Poder Ejecutivo, durante el proceso de la campaña electoral, generó una reacción en cadena cuando en una de sus “clásicas” expresiones que buscaban impactar en la sociedad, habló de estudiar y analizar cómo regular la venta de bebés, así como lo hizo con la “venta de órganos”, todos pensamientos retrógrados que provocaron que especialistas en la Defensa de los Derechos de la Niñez y Adolescencia e INCUCAI expresaran su total disconformidad con esos dichos.
Lo manifestado por el legislador riojano Pagotto, no es más que la continuidad de algo que no fue producto del azar, ni solamente procuraba impactar en la sociedad a la que buscaba impresionar, sino que obra en el pensamiento del profundo cambio que pretenden.
Argentina vive a contramano de los países del primer mundo, donde se prioriza la niñez. Se intentan formular normativas que posibiliten la formaciones educativas, intelectuales de quienes a futuro se consagrarán como la inserción de las nuevas generaciones que serán -nadie lo duda- quienes deberán afrontar las conducciones aggiornadas al despertar tecnológico del nuevo mundo que, indiscutiblemente, ya comenzamos a transitar.
Pero con estas circunstancias negativas que surgen de “efluvios mentales no muy coherentes”, el país se estremece por empezar a tirar del hilo de la madeja de un negocio que hace años se viene materializando y hoy se percibe con inocultable crudeza y dolor para las familias que lo soportan.
El tema de la trata de personas no es nuevo, así como la desaparición de niños y niñas que son incorporados a la rueda de prostitución, que ha venido de la mano con el narcotráfico. Grave dilema que nos explotó en la cara de los argentinos cuando se proyectó nacional e internacionalmente la desaparición de Loan Danilo Peña de la provincia de Corrientes. Nada nuevo, solo silenciado.
En este panorama desolador, debemos ser conscientes que el país no se recupera. Los recientes datos conocidos de las caídas del consumo, en los niveles más altos de la historia argentina; la ruptura del sistema de la obra pública, que servía para dar cumplimiento a necesidades estructurales del país a través de viviendas, rutas, servicios esenciales, los saldos dolorosos que provocan más desocupación, más pobres e indigencia y que pretenden que lo veamos como el “preludio que es necesario para estar mejor”.
Los “falsos mesías” tienen algunas virtudes y una de ellas es decir aquello que la ciudadanía, o parte de ella, quiere escuchar. No importa demasiado el impacto que puedan producir, son: el cambio. Buscan romper con aquello que consideran las viejas estructuras familiares, en la esencia de un “libertinaje” que no dudamos solo traerá dolor y lamentos.
Dice el refrán que: “Cada uno es dueño de su silencio y esclavo de sus palabras”.
Aristóteles, sentenció esta frase: “principalmente para dar a entender que todos somos capaces de decidir cuándo guardar silencio y cuándo no, y siempre mantenernos apegados y siendo responsables, de cada una de las palabras que decimos”.
Sería de relevancia moral que los libertarios lo tengan en cuenta.
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