SÁBADO 13 de Diciembre de 2025
 
 
Compartir
Twittear
 

Continúa la purga...

Un fenómeno que por su frecuencia no debería asombrarnos, pero es un proceso que, si bien se ha dado en otras etapas gubernamentales, nunca en tan corto periodo de actividad.

La expulsión o eliminación de funcionarios, empleados, que se está llevando a cabo en el gobierno de Javier Milei, señala que quienes han aceptado acompañarlo en esta reformulación de una Argentina liberal son “fusibles” que saltan cuando las circunstancias muestran fracasos o frustraciones del “Círculo rojo”.

Si bien siempre se consideró que el gobierno del presidente Milei manifiesta una versatilidad que sorprende, atento a las circunstancias de una forma de pensar totalmente diferente al resto de la clase política que conocemos, todo tiene una explicación que -en este caso- ronda en la necesidad de mostrarse diferentes, aunque no lo sean, a la “casta política” que tanto denostan.

Sin lugar a dudas la figura de Javier Milei, secundado por “El Jefe” Karina Milei y el asesor “estrella” Santiago Caputo, se está desmejorando, aunque los analistas y encuestadores cercanos al poder, consignen que tienen buena imagen y que perdura, pese a estas contingencias.

La realidad nos muestra, más allá de los errores que se puedan cometer en el análisis, que ni son tan buenos ni son tan malos, son parte de una “nueva casta”, donde agregaron a los “vicios” ya existentes, el disimulo, la incorporación de los “fusibles” y la elección de funcionarios que se presten a ser los responsables de todos los desaguisados que el gobierno cometa.

Muchos de los periodistas que venían sosteniendo, a fuerza de encontrar justificantes, los sucesos que mostraban, corrupción, inoperancia, falta de gestión, incapacidad; han comenzado a transformar su discurso de todo esta bien, a efectuar comparaciones -que siempre resultan odiosas- pero en este caso procuran un equilibrio conceptual y una honestidad profesional que, hasta ahora, había brillado por su ausencia.

El escándalo Nicolás Posse, Sandra Pettovello, y del marco funcional de quienes los secundaban en sus “manejos poco claros”, contribuye a la continuidad de una “demolición” del factor credibilidad, uno de los soportes más poderosos que, hasta ahora, había mostrado el gobierno de Javier Milei.

Por ahora, Sandra Pettovello es la “intocable”. La defensora de las banderas contra la corrupción que enarbola el presidente. Aquellos que la rodean serán los que paguen el precio de la incapacidad de gestión y control de la ministra.

Se habla en los pasillos de la Rosada que la llegada de Guillermo Francos y de Federico Sturzenegger es parte de un nuevo proyecto, donde se vinculan estrechamente la forma de incorporar la política, que brillaba por su ausencia, y reconstruir el proyecto del profundo cambio que Milei intenta producir en el Estado.

No obstante estas premisas, que resultarían acertadas, no son más que una demostración clara que el proyecto liberal-anarcocapitalista “hace agua”, dadas las fisuras que está mostrando al haber llegado al poder sin la estructura adecuada.

Los signos claros de su debilidad están marcados en la ausencia de peso específico ante la falta de un cuerpo de legisladores formados políticamente, sumando a que son notable minoría, un suceso pocas veces visto en la política argentina de los últimos 40 años.

Javier Milei es solo eso, Javier Milei. Un personaje procedente de la “farándula” que cautivó un target muy joven de desilusionados e infortunados por la falta de un país que les ofreciera futuro y los que se sintieron defraudados por una política prebendaria que solo los vio como el medio para alcanzar el fin que se proponían.

Hastío, cansancio, asco, sensaciones que fueron claramente explicitadas en las urnas y no precisamente de los sectores que pese a sus esfuerzos no lograban superar la mediocridad en la que vivían; sino de los más necesitados, los pobres, indigentes, de aquellos que tenían su hogar en las calles, debajo de los puentes y se alimentaban en los basurales.

Alguna vez tenía que suceder y lo encontraron en un personaje disruptivo, que les supo decir lo que querían escuchar. Que prometió sufrimiento y penurias para alcanzar el ritmo de vivir mejor y eso desbordó las urnas, apuntándole a quien supo interpretarlos. Pero pocos se apercibieron que estaba solo él y un grupo muy reducido que dependía de su hermana, Karina Milei.

Y este nuevo producto de la política de extrema derecha -con aplicaciones de un anarcocapitalismo surgido de su formación de economista liberal-, llegó al poder y a seis meses de su gobierno sigue diciendo lo que quieren escuchar; pero se aleja cada vez más de poder concretar su proyecto, porque su mente avanza hacia la idealización de su mandato, considerándose un estadista y el líder que el mundo liberal está esperando.

Profeta, mesías, enviado por las “Fuerzas del Cielo” o una fábula bien armada. Todo es una incógnita, que el tiempo se encargará de dilucidar.

Escriba su comentario

Tu email no sera publicado.