Tiene diversos significados, pero nos vamos a centrar en el que habitualmente utiliza nuestra gente de campo, contagiando a los “pueblerinos” que normalmente la usan para señalar a quienes sin fuerzas ni respaldos buscan fortalezas o palenques que resistan.
Esto se da mucho, casi podríamos asegurar que es una inveterada costumbre de la política, no tiene exclusividad, todos usan ese mecanismo a través del cual se pretenden visibilizar o hacerse sentir.
En La Pampa, lo estamos observando nítidamente, el intentar “palanquearse” procurando que los que son señalados como los poseedores de “verdadero poder” salgan a defender sus posicionamientos. La pregunta “Queremos ver qué dice...”, lo revela.
Juegan, se proyectan en la política interna pampeana, pero demuestran que siguen estando supeditados a la voz del que manda. En este caso, “gauchamente” al palenque, donde pretenden rascarse y lograr los objetivos que solos estarían lejos de obtener.
Hay una gran parte de la ciudadanía que llamaría a estos lances “ambiciones desmedidas o egos sobredimensionados”. En realidad estos dos aspectos, que por otra parte son normales y pertenecen al género humano, deberían tener un regulador consistente en el análisis retrospectivo, que le permita al interesado conocer hasta dónde puede llegar solo.
En el orden local -léase La Pampa-, desde hace muchas décadas se fueron dando nombres que por su proyección alcanzaron a erigirse en conductores indiscutidos de los diferentes sectores del peronismo.
Se podía estar o no de acuerdo con sus procederes, pero nadie discutía sus influencias internas, el poder social y la relevancia de sus figuras cuando se trataba de hacer valer derechos provinciales en otros lugares.
Todos tuvieron su etapa de fulgor y actividad plena, no es nuestra intención medirlas ni evaluarlas, pero estos son hechos concretos que nadie que conozca los mecanismos del desarrollo y conformación del peronismo puede ignorar.
En otros estados provinciales, a determinados personajes que a través del tiempo han logrado tener “peso propio” e influyente social y políticamente, cuando aparecen -dado que están en merecido retiro- se les procuran los famosos “carpetazos” ciertos o no, pero intentan desnaturalizar su verdadero poder: el de la palabra.
Eso -hasta ahora- nunca ocurrió en La Pampa y representa un valor en sí mismo, dado que tienen plena vigencia, tal vez unos más que otros, pero nadie los desconoce; se los respeta y considera, más allá de tener o no coincidencias operativas.
En el caso que nos ocupa, un movimiento interno que aparece desestabilizante en un momento poco propicio y nada inteligente para hacerlo, busca el “palenque” que naturalmente tendrá su idea, que habrá conformado su plan futuro y como es su costumbre siempre un paso adelante del resto, pero sabe que no es momento ni la oportunidad para hacerlo, dado que sería debilitar un movimiento que debería ser compacto para enfrentar un futuro político nada fácil.
Por otra parte -y eso se nos ocurre a nosotros- salvo que ese desprendimiento que pretendió arrasar con todo y quedarse con el peronismo pampeano -viniendo de otra cepa- lo hubiera pergeñado como una herramienta estratégica, “el palenque”, que debería salir a decir, tal vez aconsejar: “Las nuevas generaciones, deben ser ambiciosas, tener proyectos de futuro, pero no romper la ‘masa madre’ donde se originó’”.
La lógica indica que se debe avanzar, cuando uno se ha trazado en un camino y tiene en mente un proyecto; pero tiene sus contratiempos hacerlo a los empujones.
El peronismo pampeano puede tener escenarios enfrentados que sustentan ideologías diferentes, que naturalmente pujan por ganar espacios de poder, todo en el marco de la disputa política que admite diversas estrategias para lograr espacios.
El internismo siempre se generó en un ámbito cerrado, en que naturalmente hubo heridos, podríamos enumerar y dar muchos nombres, pero no trascendieron ni “sacaron los pies del plato”, como dice la jerga política: disconformes y todo jugaron a favor o se abstuvieron.
La mecánica de buscar la resultante de la “guerra” para obtener un lugar pocas veces alcanza los resultados requeridos. Llegar a empujones, predice que también saldrá a los empujones. Muestras en La Pampa hay innumerables. Solo permanecieron incólumes, con peso e incidencia, quienes supieron jugar con inteligencia, oportunismo y manteniendo siempre adelante un claro y definido sentido ideológico.
Los “palenques” son útiles, a veces indispensables, pero existen reglas no escritas, aunque sí ejercidas que deben respetarse.
Tal vez llevados por la rebeldía de la juventud supusieron que podían llegar “pechando” y reclamar quién los respalde. Les hace falta la palabra de un conductor, señal que aún están “verdes” y con camino por recorrer.
La realidad siempre supera a la “fantasía”, que es bueno tenerlas, pero deben ser contenidas cuando van en contra del origen.



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