El clima está caldeado y cada día se percibe que le tiran un nuevo bidón de nafta.
La pelea es un suceso constante que no asombra, pero indica la turbulencia interna y externa de cada sector político nacional.
Era previsible que las formas adoptadas para las elecciones de CABA en mayo estaban señalando, sería un termómetro -no infalible- pero que permitiría tener juicios de valor cercanos a la realidad, del futuro acontecer de la actividad política en general.
Ambiciones personales. Egos sobredimensionados. Los que una vez fueron y pretenden volver a ser conductores nacionales. Los intentos de acuerdos y arreglos, algunos poco claros que originan denuncias de “los comprados”.
Una canasta donde hay de todo y para todo.
Un Mauricio Macri, titular del PRO, que no logra volver a sentarse a la mesa de Javier Milei a comer las consabidas milanesas y programar acciones futuras conjuntas.
El presidente libertario que sigue insistiendo con su desagradable frase de que la economía viene creciendo “Como pedo de buzo”, mientras le contesta en nota, recogida por el portal Infobae, a las expresiones del ex presidente “amarillo” quien se aventuró a decir que varios de sus hombres cruzaron a La Libertad Avanza porque fueron comprados.
Dejando, Macri, una frase que está sellando actitudes personales: “Los que quedan siguen teniendo nuestros valores”.
Munición gruesa que marca las divisiones internas y el grado de agresividad que se percibe en todos los ámbitos.
Alguien conocido por sus atinados juicios sobre la política y los políticos, dijo: “Se están dando las características del manejo que ha realizado Javier Milei de la nueva forma de hacer política”.
Surge claramente para la sociedad que son pocos los que respetan al otro. La mejor acción es destruir a quienes piensan diferente. Es una manera simple de ir construyendo el poder absoluto y un mando totalitario.
La consigna “Los que están conmigo son amigos, los que no, enemigos a los que se debe eliminar”, está prendiendo en todos los sectores, políticos y no políticos.
Se elaboran estrategias en torno a cómo llegar al poder, no importando los daños que se produzcan. La idea es prevalecer no interesan los costos. La dignidad arrastrada por el barro y naturalmente sin moral.
Se está prácticamente destruyendo la institucionalidad del país. Es un gran tsunami que amenaza con arrastrar todo aquello que se interponga en su camino.
Se miente con desparpajo, pensando que aquello que se intenta comunicar es un relato que se cree a pié juntillas. El titular de la Cámara de Diputados procuró, a través de un comunicado, que la ciudadanía supiera que ningún legislador viajaría a las exequias del Papa Francisco en representación oficial del cuerpo, generando un gasto al Estado.
Agregó que el que quisiera viajar lo hiciera, pero con sus propios recursos. Allí surge una inocente pregunta: Los recursos del legislador: ¿Son los que le pagan para que cumpla sus funciones?. O estamos equivocados.
Si es así, sus propios recursos son emolumentos que entrega el Estado por diferentes conceptos, pero lo hace con la “nuestra”. El gasto tiene un solo origen.
Paremos de expresar “discursos” que intentan dibujar un relato de la realidad y aparecer como defensores de los fondos públicos cuando, en realidad, están dibujando una verdad inexistente.
Algo similar hizo conocer la titular del Senado de la Nación y le caben las mismas disquisiciones. Los dineros que manejan los legisladores son aquellos que aporta el Estado, pero recibe de la sociedad en general en sus diferentes formas.
Todo esto se origina en un escenario multifacético, donde todo se confunde y los buenos parecen ser los malos y viceversa.
Un juego perverso a la vista de todos, instrumentación -hay que reconocerlo- que impuso el accionar del “triángulo de hierro”, desde donde nacen las estrategias que siembran un caos pocas visto en Argentina. Pero que a ellos les da resultados positivos.
El presidente Javier Milei respondió a las declaraciones del expresidente Mauricio Macri, quien insinuó que el Gobierno compra dirigentes del PRO para sumar apoyos: “Que traiga la factura y la muestre”.
Es risueña la respuesta a la acusación vertida por el ex presidente, atento a que nadie da recibo ni por compras fraudulentas, ni por coimas, entre otros pagos que existen, pero ocultan negocios oscuros.
La política nada en el fango, que tiene mal olor. Sería bueno e inteligente que los argentinos de bien, que son los más, hagan valer la necesidad de transparencia, educación, dignidad y moral, antes que la sigan tirando a la basura.
Hay que hacerlo por las nuevas generaciones.
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