En varias oportunidades hemos señalado que el país debe apelar a las nuevas generaciones para alcanzar a superar el profundo estancamiento en el que estamos los argentinos.
De ninguna manera ese aspecto significa prescindir de los que hasta ahora, a lo largo de los últimos años, han venido desarrollando diferentes actividades. Fundamentalmente las de carácter institucional; ellos serán el respaldo con experiencia que aportarán lo que saben y han logrado superar a lo largo de varias décadas de permanecer en los diferentes poderes con los cuales la Constitución desarrolla la democracia.
La Justicia pampeana está abocada a la transformación que imponen los nuevos tiempos. Una acción saludable que señala que estamos en el camino correcto.
Las recientes decisiones del poder político de procurar en profesionales jóvenes comenzar a reemplazar a los funcionarios -en este caso judiciales- que en razón de haber llegado a la edad que aconseja su retiro, para acogerse a los beneficios de la jubilación, ha puesto la mira -para los reemplazos- en la nueva generación.
En este preciso caso, por supuesto que hay más, la fiscal Verónica Campo, de importante trayectoria en los tribunales de General Pico, es la elegida para reemplazar a la Dra. Elena Fresco, hasta el presente integrante del Superior Tribunal de Justicia de La Pampa.
La Dra. Verónica Campo, 45 años, es como lo han sido las incorporaciones de los integrantes del alto cuerpo judicial, ministro Fabricio Luis Losi, José Roberto Sappa, quienes en la oportunidad aportaron la impronta que naturalmente tienen las nuevas generaciones y que resultan necesarias para un aggiornamiento indispensable.
Se ajustan a las transformaciones que en el orden civil, penal, el agregado de políticas jurídicas de género entre otras normas que acompañan los avances del mundo moderno, alcanzan una interpretación que respaldadas en las experiencias que perduran y son necesarias, hacen perfectible la aplicación de la Justicia.
Lo perfectible es ‘aquella realidad que puede llegar a una riqueza superior en el orden de su propia entidad’ y este factor debería ser tenido en cuenta en todos los ámbitos de los poderes públicos.
Para Aristóteles ‘la perfectibilidad en sí se logra y dice, de aquello a que no falta nada de lo que constituye el bien, de aquello que no es superado en su género propio, o de lo que no tiene fuera de sí absolutamente ninguna parte’.
Y estos atributos, en una gran medida acompañan a la formación de las nuevas descendencias; preparan, en el terreno profesional y están formados por el devenir de las nuevas tecnologías, logrando resultados positivos en el desempeño de sus funciones, en cualquier estamento del Estado en que se desempeñen.
Hoy estamos viendo que, en el marco de las actividades políticas, se está librando una lucha interna entre los que pretenden darle continuidad hegemónica a su desempeño en cuestiones gubernamentales y los que plantean la necesidad del recambio como una forma de encontrar nuevas opciones en un mundo que entendió claramente que los cambios generacionales son una necesidad para crecer y alcanzar el futuro.
Quienes se resisten a ello y en algunos casos, sostienen que hay falta de experiencia en los más jóvenes, basta sólo recordarles, cómo fueron sus primeros pasos en el desempeño de tareas dentro de algunos de los poderes del Estado.
La formación es indispensable -hoy, a muchos de los que están les falta- la experiencia se alcanza. De los fracasos se aprende y de los éxitos se abren caminos que responden a las necesidades de una sociedad que hoy clama por reparar el tejido social de un país, agrietado, autoconfrontado y con innumerables fracasos, producto de la incapacidad para ver que todo está sufriendo una profunda transformación.
La realidad que vivimos se impone. Están quienes la comprenden y han resuelto acompañar este devenir altamente auspicioso de sangre nueva, incontaminada, que se ha formado intelectualmente para convertirse en las herramientas que el país, en pleno cambio generacional, requiere.
Hay otros sectores que no se resignan a perder sus lugares de privilegio y son presos de sus egos sobredimensionados y de la tremenda soberbia que les impide apreciar que todo tiene su tiempo.
Estas nuevas incorporaciones, que no solo se están produciendo en la Justicia, aunque era el tema que nos llevó a destacar en esta entrega, es altamente satisfactorio y marca el camino de una renovación, sustentada en la experiencia que abre posibilidades ciertas al futuro de nuestras instituciones y naturalmente de la nueva Argentina que todos quieren.
Es un ejemplo positivo, que debería ser imitado.



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