Estas expresiones, de alguna manera, estarían definiendo la situación por la que atraviesa Argentina, en estos momentos. Hablamos de una actualidad transversalizada por diferentes conflictos que han llevado incertidumbre e inestabilidad a la sociedad.
Además la ausencia de un tiempo absoluto que expresa que algo existirá o tendrá lugar en un momento posterior al momento del que se habla, complejiza el panorama.
Es difícil manejarse ante un escenario donde se plantea la existencia de sectores sociales quebrados, postergados, que, pese a sus penurias y falencias, no ha perdido la esperanza de lograr lo que solicita, sueña y desea.
Hoy la ciudadanía es objeto de un manejo que resulta oprobioso, atento a que es el medio utilizado para alcanzar un determinado objetivo; que mirando desde cualquier ámbito ideológico que se pretenda, solo persigue el hacer o mantenerse en el poder.
Se asiste a contingencias disímiles. Confrontan pobres contra pobres, mientras desde una “tribuna especial”, están los que generaron esas reacciones y cómodamente desde el “ring side”, observan quienes ganan para celebrar o activar otras estrategias,en las cuales el que pierde siempre es la ciudadanía de a pie.
Uno termina por sentirse usado por la política, cumpliendo una actividad orientada en forma ideológica a la toma de decisiones de un grupo para alcanzar ciertos fines.
Informar no siempre es una práctica saludable, atento a las dificultades que infiere la propia formación ideológica y vivencial, de quién pretende que la sociedad conozca y evalúe las alternativas que esta viviendo.
También puede definirse como una manera de ejercer el mando con la intención de resolver o minimizar el choque entre los intereses encontrados que se producen dentro de una comunidad.
En razón de ello es que no siempre resulta placentero tener que valorizar acciones- en este caso las políticas- manteniendo las distancias entre la realidad de lo que sucede y aquello que pensamos debería ser lo que tendría que suceder.
La “info opinión” es un mecanismo que atraviesa a todos los medios del país. En el famoso texto sobre la analogía de la línea de “La República” Platón afirma que: “la opinión, o doxa, engloba dos tipos de conocimiento: la creencia y la ilusión. En ambos casos, nuestras opiniones pueden estar influidas por nuestro entorno social, nuestro carácter emocional y nuestros prejuicios”
“En la ‘alegoría de la caverna‘ obra de Platón, la opinión está representada por las sombras proyectadas al fondo de la caverna que mantienen a los esclavos en su ‘prisión‘. De nuevo para Platón, la opinión se opone a la ciencia, es decir, al conocimiento hipotético o anhipotético”.
Se suponen definiciones complejas, pero en realidad y bajando a terreno común de las interpretaciones, hoy vemos, oímos y leemos a quienes pretenden informarnos y solo nos transmiten aquello que ellos piensan como debe ser.
Si hay coincidencias, hay quienes los denominan opiniones oficialistas, si son opuestas al criterio sustentado en la materia política o acción emprendida, son los “recalcitrantes opositores” que todo lo ven mal. Ya muchos dicen: “Porque pierden privilegios”, otros dicen “Les faltarán los sobres”.
Es el bien y el mal. Son pocos los que se procuran ubicar en un punto de equilibrio, en el que, por un lado expongan la información precisa, clara y contundentemente. Y en otro segmento manifiesten su opinión, que puede o no ser coincidente con la de su lector, escucha o televidente.
Pero esta situación no se está dando en nuestro país. Las presiones ejercidas, los acuerdos, que sin ser espurios, comprometen la información transformándola en un mensaje partidario, políticamente ideologizado y que concluye desvirtuando la realidad y convirtiendola en un relato conveniente, es lo que lamentablemente sucede.
En razón de ello es que puede entenderse que estamos en un proceso de agudos conflictos, fundamentalmente los económicos-sociales.
Y por otra parte sigue sin ser claro el horizonte futuro al cual nos dirigimos. Los daños son severos y reconstruir todo aquello que se caiga, resultará extremadamente difícil.
No hace falta contar nada: la verdad se revelará sola, sin necesidad que nadie se haga dueño de ella.
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