En el informe, el IIEE explica que el área sembrada cayó un millón de hectáreas, por causa de la sequía, pero también porque en algunas zonas se optó por la cebada y otros cultivos por la falta de señales en el mercado de trigo, al momento de la decisión de siembra.
“En la campaña pasada se establecieron límites a las exportaciones por 10 millones de toneladas. Los exportadores adelantaron declaraciones de ventas al exterior que luego fueron prorrogadas. Medidas que hasta el día de hoy siguen vigentes, impidiendo que el productor capte el precio lleno del producto”, señala el informe.
El trabajo sostiene que los productores necesitan “mantener las ventajas comparativas y poder contar con un producto competitivo en el mercado (Brasil ya está exportando trigo)”, para poder generar un mejor mercado económico”
Al respecto, el presidente de la SRA, Nicolás Pino, expresó que “el mercado está paralizado sin señales positivas para el desarrollo de la cadena y un claro ejemplo es que la capacidad de molienda no ha crecido en las últimas dos décadas a pesar de la protección que ha tenido de las políticas públicas”. Pino dijo que la industria molinera tuvo “derechos de exportación, acuerdo de precios, volúmenes de equilibrio y restricciones de los permisos, entre otros”.
Por su lado, el vicepresidente de la entidad, Marcos Pereda, dijo que “los productores van a cosechar el trigo con un nuevo Gobierno y todavía no saben qué van a hacer quienes vayan a asumir”.
“Necesitamos señales claras, que hoy no tenemos, que se orienten a un normal funcionamiento de los mercados, un tipo de cambio unificado, sin derechos y cupos de exportación”, sostuvo Pereda.
Según plantea el informe, para que el mercado funcione normalmente a lo largo del año “es necesario garantizar la competencia entre los distintos actores” y “además, seguir diversificando los destinos de exportación que permite achicar el riesgo de mercado”.
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