Quiere ser el “Mesías”, sintiéndose, según la interpretación del judaísmo, “salvador y rey descendiente de David, prometido por los profetas al pueblo hebreo”. O como lo ve el cristianismo, “redentor enviado por Dios para salvar a la humanidad”.
Todo mezclado con los arrebatos de un Nerón modernoso obsesionado por las conspiraciones contra su poder, reales o imaginarias, persiguiendo de forma implacable a numerosos miembros de, en este caso, políticos, que él interpreta como la “casta corrupta” y a quienes pretende condenar socialmente.
En Parque Lezama, lugar desde donde inició su carrera política que lo llevó, con hábiles maniobras y estudiadas estrategias, a la presidencia, Javier Milei interpretó varios personajes bíblicos y de la historia, para reflejar que -como él mismo lo dice- “Es el mejor gobierno de la historia argentina” y que ahora está destinado a erigirse en el elegido del pueblo “in eternum”.
Se dirigió a una importante cantidad de personas que -según reflejaban las cámaras oficiales- colmaban los espacios del tradicional Parque Lezama, con un discurso deshilvanado, buscando efectismo y respuestas de sus oyentes; más que señalar el camino que emprendían como La Libertad Avanza, para convertir al minoritario sector que lo representa en un partido con raíces nacionales.
El acto pretendió generar la mística que eran sus presentaciones cuando había otros que manejaban el poder y él pretendía alcanzar el “Sillón de Rivadavia”, subido a la marca del liberalismo, consistente en el poder del mercado y la absoluta libertad de la sociedad.
Pero la realidad se impone al relato con una muestra clara: ahora él es el presidente y solo le queda un recurso desgastado socialmente que es sostener que todo los males son producto de anteriores gobiernos que envilecieron parte de la sociedad y quienes, integrando la “casta corrupta”, se convirtieron en actores prebendarios de los que más necesidades tienen.
No se puede dejar de señalar que muchos que en un principio creyeron en los objetivos que, a los gritos, a veces destemplados, insultos y denostaciones personales a diestra y siniestra, eran el cambio que necesitaba Argentina, hoy están dudando.
>Muchos de aquellos primeros seguidores comenzaron a desertar, algunos convencidos que su proyecto podía resultar inalcanzable en un país muy deteriorado y en el que las políticas disruptivas resultarían inaplicables. A ellos Javier Milei los llama “econochantas”, buscando desprestigiarlos y señalarlos como improvisados en materia económica.
Pero, esta señal, entendemos ha comenzado a ser advertida por un sector de la sociedad que ya no muestra tanta esperanza, se siente muy confundido ante la instrumentación de acciones que están conspirando con su futuro económico y el de sus hijos. La actitud pareciera no ser tomada en cuenta por el líder libertario, quien haciendo caso omiso de encuestas y analistas críticos, manifiesta que en el 2025 La Libertad Avanza aplastará a sus opositores.
El cambio en el que no se repara, está marcando un riesgoso camino de confrontación que difícilmente pueda terminar bien. Internamente, el liberalismo-anarcocapitalista de Milei se está convirtiendo en una “bomba neutrónica” y algunos “mini-incendios” amenazan con aumentar poniendo riesgo la estabilidad institucional del gobierno.
“Considero al Estado como un enemigo”, es una frase del presidente electo de Argentina, Javier Milei, que condensa en seis palabras su pensamiento económico. Sustento fundamental que extrae de la Escuela de Austria, en la que se inspira, influyendo en sus radicales ideas económicas.
Todo esta parafernalia, con saltos, gritos, amenazas poco apropiadas para un lanzamiento que pretendió ser nacional, fue parte del escenario montado para que se lucieran Javier Milei y quien tendrá a su cargo el armado territorial: “El Jefe” Karina Milei.
Milei volvió al Parque Lezama. Pretendió mostrarse como el candidato que se lanzaba a una pelea que -en los papeles- aparecía muy desigual, sacando a relucir la rebeldía que intenta hacer una nueva Argentina. Pero olvidó que ya es presidente, no más el candidato y que la realidad plagada de incertidumbre empieza a marcarle límites muy claros.
Ni el Mesías, ni Nerón, tampoco Moisés llevando al pueblo judío a la tierra prometida. Era un argentino que se equivocó de discurso y, si bien encontró eco en los presentes, muchos de los cuales fueron llevados en colectivos, igual que lo hacía la “maldita casta corrupta”, el país está visualizando otro escenario futuro, que para nada plantea buenos augurios de crecimiento y progreso.
El sábado Milei se sintió enfervorizado por los “cantos” de quienes se dieron cita en este lanzamiento. Hubo halagos del presidente para miembros de su staff como Caputo, Pettovello, Patricia Bullrich, naturalmente elogios para su hermana, “el Jefe” Karina Milei, entre otros mencionados al pasar.
Todo para hornear. Algunas cosas muy crudas y otras arrebatadas por el intenso calor que genera quien está convencido que es “el mejor presidente de la Historia”.
Los resultados, hoy es prematuro aventurar positivismo. El futuro está por verse.
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