MIÉRCOLES 24 de Abril de 2024
 
 
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Nacionalizar la campaña, ¿tiene beneficios?

De alguna manera, manejando formas y estrategias, la campaña iniciada con miras a la interna del 12 de febrero a los efectos de llegar con una fórmula consolidada para el 14 de mayo, toma diferentes tonalidades y una de ellas es la nacionalización.

Este esquema que muchas veces ha dado resultado y los gobiernos provinciales han visto como un fuerte respaldo a sus gestiones, comenzó -en esta oportunidad- a desdibujarse dada la baja positividad electoral que el oficialismo nacional mostraba en los territorios federales.

Eso, naturalmente, señaló un camino diferente a los gobernadores que venían desarrollando una planificada gestión con aciertos reconocidos, quienes optaron por cambiar y despegarse de la acción electoral nacional para reducirla al ámbito de sus territorios.

Visto desde un punto de vista netamente estratégico, pareció una fórmula acertada. Especialmente si se tienen en cuenta los indicadores que arrojan las diferentes encuestas de opinión que le señalan al gobierno nacional, que preside Alberto Fernández una -por ahora- irrecuperable negatividad de un amplio sector de la sociedad.

No podemos, en este paneo generalizado, advertir similares reacciones para el sector de la oposición. Sí resulta llamativo que pretendan darle un sesgo nacionalizante a una campaña netamente provincial, donde están en juego otros intereses y, en este caso, configuraría un acto hasta temerario, dado que la visita de Horacio Rodríguez Larreta, coincide con la confrontación que existe a raíz del fallo de la Corte Suprema que otorgó al Gobierno de la Ciudad la razón, en el reclamo por aumentar el índice de coparticipación; puntos que le habían sido restados por el gobierno nacional actual.

Este episodio, que aún está en el candelero, de acuerdo a las expresiones de mandatarios peronistas, sus gobiernos se verían afectados en un manejo coparticipable que beneficia al sector de CABA, en detrimento de los ingresos federales, que hoy perciben los estados provinciales.

Por otra parte, la presencia del Jefe del gobierno de la ciudad, en otros puntos, según información recogida de medios capitalinos, caso Ámbito Financiero, fue objeto de reprobación de ciudadanos-ciudadanas, que le hicieron demostración de disconformidad socio-política.

En tanto que, los indicadores que se recogen de diferentes encuestadores, el sector opositor Juntos por el Cambio, tiene -por ahora- planteada una disputa por el cargo presidencial, que, de alguna manera está distribuyendo el caudal electoral, en claro perjuicio de todos los que se candidatean.

En razón de ello es que no alcanzamos a comprender los mecanismos que surgen del armado de una campaña, pretendiendo nacionalizar una elección netamente provincial y más teniendo enfrente un planteo de carácter judicial, por cuestiones económicas que afectarían a La Pampa.

No pretendemos evaluar en cuánto puede resultar beneficioso, o por el contrario, en qué podría afectar el trabajo de su “delfín” pampeano, sindicado para disputarle -si logra superar la interna ante el radicalismo- a la formula del FreJuPa.

En definitiva, son estudios de mercado electoral y les debe arrojar beneficios. Realmente esto podrá apreciarse con mayor claridad cuando se proceda al conteo de los votos del 12 de febrero y surja de los dos sectores que pugnan por encabezar el marco opositor pampeano de Juntos por el Cambio, el ganador.

El cambio de mentalidad de la sociedad, que se puede vislumbrar y que por parte se recoge en las diferentes formas en que interrelacionamos con ellos, nos esta brindando pautas de que estamos en un escenario -nos referimos a La Pampa- muy diferenciado del nacional.

Mientras las fuerzas opositoras, que pretenden ser gobierno, se “atomizaron” y deben ir a disputar el derecho de ser los elegidos, el oficialismo se unificó -con más o menos diferencias- bajo un mismo paraguas y eso le otorga ventajas operativas.

Cuando se pueda acceder al “conteo de los porotos”, veremos si la resultante no fue un debilitamiento integral. Lograr una victoria, sin medir el costo, se nos ocurre una desacertada operación electoral, cuando, aparentemente podrían haber obtenido mayores beneficios si unificaban criterios.

Pero nosotros somos meros espectadores de la compulsa, aunque sentimos que más allá de las diferencias de criterios que podamos tener con el lector, teníamos que hacerle llegar nuestra opinión. 

Sobre todo porque las variables políticas, sumado a las oportunidades que parecieran se van produciendo, generan posicionamientos que deben dilucidarse en un mes de pleno desarrollo vacacional. Agregando que la exigencia del voto, no existe y veremos como obra el voluntarismo y la afinidad ideológica, para poder establecer si hay números positivos o resultan negativos. 
Todo una gran incógnita.
 

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