JUEVES 18 de Abril de 2024
 
 
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Mucho de lo que exigen no lo ponen en práctica

En estos tiempos de grieta, los que están en veredas diferentes se arrogan la autoridad de exigir ética, moral, buenas costumbres y honestidad al otro.

Curiosamente los “militantes de la grieta” dejan de lado esos valores que reclaman, arremeten con lo que sea y pueda servir para alcanzar objetivos que disfrazan con el supuesto objetivo de perseguir el bien común, pero en realidad muestran que lo personal está por encima de todo. Así nos está yendo. Cada vez suman más deudas con la sociedad.

“Ocurre en todos los ámbitos...”, repiten unos y otros desde los acostumbrados espacios televisivos, en un intento por justificar tal proceder. Aún cuando no deja de ser cierto ya que este desprecio de los valores es propiedad de todas y todos, porque ese comportamiento se “viralizó”, tal como se dice hoy con la difusión a través de las redes sociales. Mucho de lo que decimos no lo hacemos y en numerosas oportunidades lo que hacemos no es lo que decimos.

A partir de escuchar las exigencias hacia los otros para que actúen con ética; respeten la moral y buenas costumbres; demuestren honestidad, es oportuno ir en búsqueda de definiciones que nos refresquen esos vocablos que tanto repetimos pero que muy poco cuidamos.

La ética proviene del griego ethos cuyo significado es costumbre y tiene como objeto de estudio la moral y la acción humana. Su estudio se remonta a los orígenes de la filosofía moral en la Grecia clásica y su desarrollo histórico ha sido diverso. Es bueno tener presente las diferencias entre ética y moral por lo tanto:

Ética: es la forma en que cada persona interpreta las normas morales, es decir, es la forma en la que se cumple una norma que está dispuesta por el mundo exterior, de tal forma que una persona es ética si cumple con las reglas o normas morales impuestas por la sociedad. ¿Quién tiene la autoridad suficiente para exigirle al otro comportamiento ético?

Moral: Es un conjunto de normas que se estableció desde nuestros antepasados en los cuales se hace referencia a las cosas que para ellos son “buenas” o “malas” y que se han difundido de generación en generación. ¿Quién puede calificar a los moralistas y a los no moralistas?

La diferencia radica en que la persona que vive en cualquier comunidad tiene un conjunto de normas morales que según ésta se deben de cumplir. Ahora, la ética conlleva el pensamiento de cada persona, es decir, que a pesar de que las personas conocen cuales son las normas morales por alguna razón decide llevarlas, o no, a cabo.

Honestidad, significa que no hay contradicciones ni discrepancias entre los pensamientos, palabras o acciones. Ser honesto con el verdadero ser y con el propósito de una tarea gana la confianza de los demás e inspira fe en ellos.

Honestidad significa nunca hacer mal uso de lo que se nos confió. Honestidad es la conciencia clara “ante mí y ante los demás”. Honestidad es el reconocimiento de lo que está bien y es apropiado para nuestro propio papel, conducta y relaciones. Con honestidad, no hay hipocresía ni artificialidad que creen confusión y desconfianza en las mentes y en las vidas de los demás. La honestidad conduce a una vida de integridad, porque nuestro interior y exterior es reflejo el uno del otro. 

Como se podrá apreciar, las definiciones son tan claras como contundentes, ¿quién se puede arrogar la autoridad para exigir comportamiento ético y moral a otra u otro semejante?

Es decir, multiplicar las acciones y esfuerzos para que no haya hambre, desocupación, marginación, maltrato infantil, desnutrición, violencia de género, deserción escolar, etc, no tienen que ver con el comportamiento ético, moral y honesto, tiene que ver con el reconocimiento de derechos y la protección de otros.

Sería conveniente que los bandos enfrentados en la grieta le rindieran cuentas a la sociedad sobre los valores que declaman: ética, moral y honestidad. ¿Podrán? Los discursos deben ir en una sola dirección. Cuando se cambia el rumbo sin explicar los por qué, no se le puede exigir al otro que sea ético, respete las normas morales y, en definitiva, sea honesto, simplemente porque el que exige no respeta ninguno de esos valores.

Hay que ser cuidadosos en el decir y hacer, solo así estaremos dando un paso para cerrar paulatinamente la grieta que tanto mal nos hace. Insistimos con esto porque se avecinan procesos electorales y hoy, más que nunca, la comunidad observa y juzga comportamientos antes que ideologías.
 

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