VIERNES 19 de Abril de 2024
 
 
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La igualdad ante la ley

Es un síndrome de un importante sector de la política nacional. Son pocos los que realizan un ‘autoexamen’ de sus actuaciones anteriores y llegado este momento de ‘calentar’ la campaña, salen a predicar como los mesías del futuro.

Llama poderosamente la atención -aunque no tendría que asombrarnos y deberíamos estar acostumbrados- pero como decía un conocido polítólogo: el problema de los argentinos, radica en no tener memoria.

No existe una autocrítica que ponga de relieve que, algo hicimos mal. Existe una consideración sobrevaluada del accionar político que han desplegado. Se colocan por encima de la sociedad, cuando en realidad, esta, es la que los ha colocado en los lugares del poder.

No importa qué cargos desempeñen, si son los más encumbrados o forman parte de equipos de trabajo, eso no los hace distintos al resto de la ciudadanía. No se han convertido, por efecto de un voto, en ‘dioses supremos’ del país.

Están como todos, dentro del marco que define a una democracia. Valores, moral, dignidad, honestidad, ética, todos aspectos que deben rodear, incuestionablemente a quienes nos gobiernan. La ciudadana y el ciudadano común, más caracterizado como el ‘de a pie’, está encuadrado en las normas legales que nos hacen materializar la convivencia como una forma de vida.

Pero según vemos y oímos, pareciera que existe una ‘casta’ cuyos privilegios la apartan de estas consideraciones. Si cualquier integrante de la sociedad, se permitiera el desatino de enfrentar a la justicia, seguramente, poco demoraría en estar detenido. 

Lo observado, en las últimas palabras de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, nos lleva a estas conclusiones. Qué puede pensar una parte de la sociedad, que se rige por parámetros de respeto y acepta la normas convivenciales, si quien detenta un alto cargo nacional dice que los jueces son ‘un pelotón de fusilamiento’.

Cabe preguntarse: ¿Por qué ella puede y yo no?. Qué es lo que nos diferencia. Entendemos que nada. Porque la titular del Senado de la Nación está donde está, porque el voto ciudadano así lo quiso. Pero llevaba implícito ese sufragio que estaba enmarcado en los condicionamientos que impone vivir en democracia.

Dicho de esa manera puede entenderse como un llamado al ‘estado de rebelión’. Circunstancia que se puso de manifiesto cuando un sector gremial importante, anuncia que depende de cómo actúen los jueces, van a parar el Estado, en todas las formas que puedan.

Es, de antemano, una forma de subversión de los valores, animados por las palabras de Cristina Fernández de Kirchner, que, creyéndose impoluta -y tal vez lo sea- habrá que ver qué dicen los jueces, entiende que no debe ser juzgada como cualquier ciudadano o ciudadana, a quien se lo acusa de haber cometido determinadas acciones que podrían caracterizarse como delictivas.

No decimos que no tiene el derecho de defenderse, si entiende que las acusaciones son falsas, erróneas o intencionadas, para causarle un perjuicio. Solo pensamos que el ‘poder omnímodo', es de otra época. Hoy estamos movilizándonos en un estado de igualdad de derechos. Tanto vale el indigente como el multimillonario. Ambos son seres humanos, no importa su condición económica, formativa o el poder que detente. Somos todos iguales ante la ley, dice la norma.

Vale la pena recordar que: "Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica". En ninguna parte dice que hay "privilegiados".

Corresponde repensar nuestras actitudes. Todos tienen derechos y obligaciones. Esto nos protege de la anarquía y de la anomia. De hecho si no lo hacemos quedamos indefensos, ante el poderoso.

Buscamos una ‘Democracia’ en serio y para todos.
 

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