MARTES 22 de Abril de 2025
 
 
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Ingresos por la escalera, precios por el ascensor...

Un suceso que ya no es discutible ni permite argumentaciones excusatorias, que pretendan responsabilizar a gobiernos anteriores de la desestabilización económica-financiera y social que se ve en Argentina.

A través del INDEC, se dieron a conocer los índices de pobreza e indigencia y fueron celebrados por diferentes áreas del gobierno mileista, entre esos entusiastas están los mensaje en X que hizo conocer el presidente Javier Milei.

En un país de 46 millones de habitantes se contabilizan 18 millones pobres y, con cifras que aparecen muy elaboradas, una indigencia de un solo dígito. La realidad indica que para celebrar: NADA, más bien es para llorar.

No pareciera que esos números fueran lo correctos, tomando en cuenta lo que se percibe en las calles de cualquier lugar del país. Aquello que surge de las charlas con comerciantes de diferentes rubros y fundamentalmente con los datos emergentes de los indicadores de los supermercados que muestran una pronunciada caída que no se revierte, ni aún, con planes y ofertas.

Ayer nos levantamos y nos encontramos con el aviso de incrementos en la luz, el gas, el agua y la nafta a partir de la 0:00 hora. El Gobierno oficializó el alza de 1% para las boletas de AySA, además de ajustes en prepagas, colectivos y servicios de comunicación, entre otros; la luz se incrementó 1,7% y el gas, 1,8%; los combustibles, un 1,75%.

Esta es la realidad en lo que se refiere al consumo y que no tiene en cuenta la mayor parte de los alimentos de la canasta básica, que sufren variantes todos los meses, en contraposición con los marcos de ingresos que, en algunos casos se materializan, pero siempre por debajo de otros gastos.

La microeconomía está realmente complicada, porque está atada a la macroeconomía que responde -según los manejos del gobierno libertario- a la vigencia progresiva del libre mercadismo, para cuyos logros, se elaboran bajas arancelarias, que ponen en riesgo las industrias, comercios y empresas nacionales.

Alguien dijo que mientras los ingresos van por una escalera y a oscuras, los precios lo hacen en un ascensor de última generación procurando -en este caso- poder ser competitivos con el primer mundo, situación que empobrece mucho más el tejido social, desprotegido y -por ahora- sin posibilidades de recuperación.

Hay escasos indicios, por no decir que no se percibe ninguno, que indiquen un atisbo de recuperación. Por el contrario, todo aquello que hace a la vida cotidiana está en franca caída y marca con absoluta claridad el deterioro que se está produciendo en las estructuras fundamentales del país.

El trabajo decrece a la par que el desempleo aumenta. La obra pública esta totalmente parada. Las rutas nacionales han dejado de ser atendidas por el Estado Nacional y algunas ya son trampas mortales para quienes circulan por ellas, dado el alto grado de deterioro que presentan.

Las políticas discriminatorias que instrumenta el presidente libertario Javier Milei, siguiendo las normas del reglamento Sturzenegger, ahora sigue indicadores políticos basados en favorecer a quienes apoyan incondicionalmente al gobierno y condenar al exterminio económico a los que pretenden mantener dignidad política frente a sus votantes y plantean disidencias.

En estos momentos el destino del país pendula entre un préstamo en cuotas del Fondo Monetario Internacional, que resultará una “curita” que de ninguna manera detendrá la hemorragia que soporta el Estado financiero del país. Y, por otro lado, enfrenta la posibilidad de un fallo que sería emitido por una corte federal en Nueva York, que revisa una sentencia de 16.000 millones dólares del caso Petersen vs. Argentina, cuyo fallo en primera instancia impone una condena por ese monto al Estado argentino.

Es una cuenta de suma y resta. El total, presumiblemente pagado en cuotas, con un 40% de adelanto sobre los 20 millones de dólares requeridos al organismo de préstamos internacional, no alcanzarían a cubrir, si la corte federal estadounidense confirmara el fallo y hubiera que pagar los 16 mil millones requeridos más los intereses. 

Un negocio caro para el bolsillo de los argentinos que, en definitiva, serán quienes deberán enfrentar las consecuencias de negocios mal hechos.

En la realidad hoy, tanto pueden prevalecer los argumentos norteamericanos, como los que sostienen quienes están defendiendo los intereses argentinos. Leyes diferentes, interpretaciones diversas dan lugar a que se generen dudas respecto a lo que pudiera suceder en pocos días más.

Todo juega en contra de la economía interna. El país se achica merced a los efectos del plan de Regulación y Transformación de la gestión del Estado. Enfrentamos, sin tener respaldo un libre mercado, que está incidiendo notoriamente en los recursos con los que cuenta el país. 

Un Banco Central con fondos negativos. Efectos en la producción agricologanadera que no quiere rifar las cosechas y hoy están evitando liquidar en el mercado concentrador, evitando ingresen divisas al país. En síntesis, de mal en peor.

Futuro, incierto. Esperanzas, lejos. Recuperación, una utopía solo presente en la cabeza presidencial, y a todo esto se le agrega la pelea política por mantener el poder. 

En el medio: los argentinos. ¿Alguien piensa en los 46 millones de almas, o solo son el medio para alcanzar otros objetivos?
 

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