VIERNES 19 de Abril de 2024
 
 
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Entra la ciencia y la experiencia

Las conclusiones científicas coinciden muchas veces con la simple observación de las cosas. Y esto es razonable porque antes de incorporar los métodos, la ciencia toma como punto de partida la observación y la experiencia, o sea que arranca del empirismo.

Por ejemplo, según las estadísticas, el índice de mortalidad humana ha sido hasta hoy del 100%. Nada diferente a lo que me comentara Enrique Boiero sobre su pueblo. “He observado que en Arata, tarde o temprano, se mueren todos...”

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La percepción sensorial en la formación de ideas y en la adquisición de conocimientos es lo que alimenta la sabiduría popular, tan lejana de los claustros como cercana a la vida, aquello que los griegos llamaban “demosofía” o lo que los alemanes e ingleses interpretan por “folklore”, arte y ciencia del pueblo.

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Estando en los campos del Colorado y con muchas cosas para hacer al día siguiente, le pregunté a Isidoro Aguer si por su experiencia en observar el cielo creía que iba a llover o no en las horas inmediatas. Isidoro se retiró unos metros y contemplando con detenimiento las nubes me contestó respetuoso: - En cuarto menguante, si hay cerrazón, puede que llueva... o no. Y no se equivocó.

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Recuerdo también con simpatía la advertencia que me hiciera un santiagueño, siempre prejuicioso de sus vecinos inmediatos, al que conocí hace poco en Termas de Río Hondo: “Nunca se ría de un tucumano en bicicleta. Podría ser la suya...”

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Me gustan las comidas agridulces. Mi mesa debe parecerse a la vida, porque en ella siento una enorme necesidad de hacer confluir temas con matices. Con cierta responsabilidad analizo un hecho serio y a renglón seguido le saco una conclusión risueña.

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Por eso será que tantos me han dicho que no saben cuándo les hablo en serio y cuándo en broma. Cierta vez una vecina bien entrada en años me hizo el mismo planteo y yo le respondí que le haría conocer el secreto si me prometía no contárselo a nadie. Como así me lo prometiera le expliqué: “Cuando usted crea que le estoy hablando en serio es porque la estoy jodiendo y cuando crea que le hablo en broma es porque lo estoy haciendo en serio”. Y para que no le quedaran dudas le agregué: “O viceversa...”

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La vecina se fue aún más desorientada. Es la misma que una vez me confesó que antes de morir le gustaría andar en avión y que esa era su obsesión. Como por aquel tiempo yo era piloto del Aero Club le aseguré que estaba en condiciones de darle los dos gustos... Y esa vez también le mentí porque solo la llevé a volar...

 

Por Hugo Ferrari - Especial para LA REFORMA

 

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