DOMINGO 15 de Septiembre de 2024
 
 
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Empobrecer para someter

Un mecanismo perverso pero que sin lugar a dudas da óptimos resultados. Los argentinos tenemos una extensa historia en eso de limitar las posibilidades de crecimiento; generar estados de pobreza e indigencia dependientes de los que tienen el poder; un sin fin de metodologías donde el ser humano es solamente un medio para alcanzar fines propuestos.

Los recientes datos conocidos a través del informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC), el cual “certifica la continuidad del ajuste que aplica Casa Rosada y que impacta en todas las provincias”, dejó claramente identificado el objetivo del que está detrás del andamiaje de reformas, Desregulación y Transformación del Estado: lograr el poder absoluto.

Es claramente una muestra del “Totalitarismo por el que se conoce a las ideologías, movimientos y regímenes políticos donde el Estado ejerce en la sociedad un poder ‘total’ sin divisiones, donde no hay libertad o es muy limitada”. Nada más parecido a las estrategias de Javier Milei, Karina Milei, Santiago Caputo y el mentor de estas ideas Federico Sturzenegger.

Ese es uno de los motivos -hay otros- por los que el presidente Milei manifiesta, en cada oportunidad que se le presenta, que no le importan las mayorías, haciendo alusión a las debilidades manifiestas que presenta en el Congreso de la Nación, en donde para poder obtener determinados objetivos tuvo que apelar al poder negociador del actual Jefe de Gabinete, Guillermo Francos.

Sus conocidas frases de: “Los voy a fundir a todos”, refiriendose a los Estados provinciales que se mostraban remisos a indicarle a sus legisladores que aprobaran a libro cerrado el DNU, aún vigente y una Ley Bases que incluía más de 600 reformas y normativas en vigencia y que pudieron conciliar, para que saliera aprobada, en algo menos de la mitad, forma parte de las tenebrosas estrategias mileistas.

De todas maneras el objetivo del achicamiento progresivo del Estado Nacional, eliminando, dentro del marco regulatorio que tiene el Ministerio de Economía, hoy con dos cabezas que operan para cumplir las reformas, sigue vigente y los efectos ya se sienten en los Estados Federales.

Algunos ya muy comprometidos y que plantean tener dificultades para cumplir con sus compromisos salariales, habiendo ya resignado cualquier tipo de obra pública ante la falta de asistencia de fondos nacionales, los están obligando a “rendirse” y sumisamente acatar las órdenes.

O adoptar dignamente la determinación de informarle a sus comunidades y de no encontrar una salida razonable, no caprichosa, atada a la premisa de “El poder es mío”, renunciar y mostrarse ante sus conciudadanos con la respetabilidad que ellos pretenden de sus gobernantes.

Cuando escuchamos al presidente Milei identificarse con un “topo” que vino a destruir el Estado desde adentro,recordamos una de las conocidas frases del florentino Nicolás Maquiavelo: “No estoy interesado en preservar el status quo; quiero derrocarlo”; acción que conlleva a un proceso disruptivo donde las víctimas son parte del tejido social que no tiene respaldo ni defensa.

Cuando intentamos comprender cual es el límite de esta maniobra de recortar, achicar, disminuir, empobrecer, nos remitimos a las consignas del liberalismo que dice profesar el presidente libertario y observamos un profundo antagonismo por los efectos contrarios al paradigma que sostiene esa corriente ideológica.

“El liberalismo del siglo XIX fue una corriente filosófica, política y económica que promovió la libertad del ser humano, su igualdad política y jurídica y la búsqueda del progreso material de los pueblos”. La esencia no ha cambiado, quienes la malinterpretan o la adaptan a sus objetivos son los hombres. Y eso es lo que esta pasando en la Argentina de hoy.

Ordenar, controlar, ajustar, no es retroceder en el tiempo ni hacer pasar hambre a una parte de la sociedad. Tampoco es condenar a las provincias a tener que resignar crecimiento y futuro en aras de responderle positivamente a quien hoy es el presidente argentino, más allá de sus equivocaciones y errores.

La Argentina esta en una etapa de enormes dificultades, donde se conjugan intereses personales y sectoriales, con el quebranto social, económico y financiero que no logramos remontar.

La más fácil, la que encontró Javier Milei, portando un liberalismo que llama libertario, respaldado en un ejercicio del anarcocapitalismo del que se muestra fervoroso defensor, es procurar el dominio mediante el empobrecimiento generalizado, objetivo que en algunos sectores lo esta logrando y hoy apunta a extenderlo a todo el país.

Es gráficamente materializar el popular refrán: estamos con una manta corta: “Si te tapás la cabeza te destapás los pies y si te cubrís los pies te destapás la cabeza”.

No se puede hacer una Nación grande empobreciendo a sus habitantes para ganar poder, Sin lugar a dudas se motoriza una reacción social cuyos resultados son impredecibles.

Siguen viendo la realidad con un “solo ojo”.

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