Dos aspectos que están identificando al presidente libertario Javier Milei si no está dentro de los parámetros que se ha fijado para mantener las reformas que propone en procura de aquello que denomina: “el cambio”. Es allí cuando pone en funciones las herramientas que tiene a mano motosierra, licuadora y ahora el veto, para marcar hasta donde llega su poder.
En todos los casos en los cuales haga uso de sus métodos de presión y efectos del mando único, libera un nuevo escenario de conflicto, que se van sumando a los numerosos que se abrieron, que están sin cerrarse y sirven para decir metafóricamente: “Yo tengo el mango de la sartén”.
Estamos en las puertas de una segunda confrontación, cuyos protagonistas serán el presidente y la rama universitaria. La reciente aprobación legislativa a la reformulación del presupuesto para las universidades no fue del agrado del presidente y apelará, según ya lo adelantó, a ejercer el veto,como lo hizo con los jubilados.
La situación, igual en lo que se refiere al procedimiento, es factible que no sea una copia en lo que concierne a los resultados. Las Universidades demostraron que tienen un poder especial, porque no solo son los profesionales docentes y empleados que se desempeñan, sino que es el alumnado que se siente en peligro para darle continuidad a su formación académica, si les retacean presupuesto.
Hoy se puede llegar a suponer que los oponentes tienen otros aditamentos. No serán solo profesores, empleados y alumnos, se agregarán los progenitores y parte de la sociedad consustanciada con las nuevas generaciones, que perciben les están cercenando el futuro a sus hijos, nietos y jóvenes argentinos. Milei sale a pelear contra una parte de la sociedad.
Esta decisión de Javier Milei que confirma, el veto total a la ley de financiamiento de las universidades tras la fuerte derrota en el Senado, es parte de los indicadores que señalamos en entrega anterior, donde manifestábamos que el período de gracia presidencial se ha terminado
Mientras esto sucede, se tienen datos fidedignos, con cifras realmente preocupantes que señalan que la caída de la producción en varios sectores está, por un lado, generando cierres de empresas que siempre fueron respaldo de la fuerza económica interna, por otro, aumentando considerablemente el índice del desempleado, que dada su edad y la formación laboral no tienen inserción en otras fuentes de trabajo.
Estas alternativas de la decadencia que no se detienen, es rehacer la Argentina, olvidándose que hace algo más de 214 años que se viene construyendo un país, que no será un modelo de virtudes, pero tiene sus potencialidades y no es factible destruir todo para hacerlas de nuevo.
Tal vez puedan acoplarse determinados lineamientos que conlleven a un ordenamiento en el cual se contemple lo económico, financiero, administrativo, productivo, empresarial, de trabajo y recomposición social, pero es evidente que no admite, ni tiene respaldo para la disrupción indiscriminada, dejando afuera las formas de convenir con las fuerzas que hicieron crecer a la Argentina.
No todo lo anterior es malo, ni tampoco ha sido bueno. Las intencionalidades y programas, fueron desvirtuados por la apetencia desmedida y el egoísmo personal de quienes tenían que insertarlas en la sociedad. Llámase a esta actitud egocentrismo, soberbia, envilecimiento del ser humano. La persona egocéntrica se cree con derecho a recibir un trato preferente y ciertos privilegios respecto a los demás.
Esto se manifiesta en las muestras de orgullo, vanidad y en los momentos en que se exige que se le otorguen ciertos privilegios por sobre el resto de los ciudadanos y ciudadanas.
Considerarse el ombligo del mundo, sentirse más importante que los demás, pensar siempre en sí mismo y creer que las opiniones o intereses propios están por encima de los pensamientos ajenos, son varios de los rasgos que caracterizan a quien utilizan el egocentrismo.
Son personas que se autoproclaman especiales y superiores a los demás, pero la arrogancia les acarrea diferentes problemas en sus relaciones sociales.
Un ególatra puede tener una personalidad encantadora y comportarse como un déspota a la vez. En las relaciones son aprovechados y muy manipuladores. Por otro lado, encuentran dificultad para trabajar en grupo y suelen tener problemas para establecer amistades y mantenerlas. Al creerse especiales, no aceptan la crítica y menosprecian a los demás.
Las personas egocéntricas se sienten infalibles. Aunque se presentan como personas seguras y llenas de autoestima. Estas armas las usan como mecanismo de defensa porque en el fondo son personas solitarias y llenas de inseguridades. Por eso necesitan sentirse adulados y admirados constantemente por los demás.
Atentar contra la enseñanza superior, es pretender ponerle freno al crecimiento y a la formación de las nuevas generaciones, que en realidad serán sus rivales del futuro.
Todo el andamiaje de la política argentina requiere de más mesura y control. Comprender que el camino es la convivencia respaldados en saber aceptar que el mundo de edificó sobre los que pensaban diferente.
Entenderlo, aplicarlo y compartir esfuerzos sería el gran proyecto para la Argentina del futuro.
Escriba su comentario