De ninguna manera esto signIfica que no se puedan producir errores, ni que desaparecerán los problemas existentes en forma inmediata. Solo nos asegura que todo tiene una razón explicable, que tiende a buscar el mejor camino y dejar de lado el ‘ego’ personal y las excesivas ambiciones.

En el presente, ya iniciada la campaña para lograr armar equipos dirigenciales, existen algunos indicios que, si bien se buscan candidatos que la sociedad apruebe, se está dejando de lado que sea cualquiera que se puso al frente de un grupo intentando forzar una determinación, basada en que aporta votos.

Es una tarea realmente difícil, compleja, porque hay que dejar el ‘amiguismo’ para realmente ponerse el traje de responsabilidad ciudadana y llegar a los nombres que aseguren probidad.

Esta práctica ya está en marcha en muchos países del primer mundo. No cualquiera sino los que puedan brindar mayores seguridad en el desempeño de sus tareas. España lo hizo, lo repitió el Reino Unido, lo había realizado Alemania, lo tienen Suiza, Suecia entre otros y de esta manera se va conjugando una fuerza que comanda decisiones que están sustentadas, no en inclinaciones ideológicas sino en la búsqueda de reconstruir lo que está deteriorado, crecer y proyectar futuro. O sea, simplemente en el país.

Decía Nicolás Maquiavelo: "Hay tres clases de cerebros: el primero discierne por sí, el segundo entiende lo que los otros disciernen y el tercero no entiende ni discierne lo que los otros disciernen. El primero es excelente, el segundo bueno y el tercero inútil".

Es una buena guía para orientarnos hacia los objetivos que los argentinos y argentinas buscamos en cada elección. Porque la realidad nos indica que no todos los que llegan están adecuadamente preparados para hacerlo. Esto genera que en el marco de su propia incapacidad cometan errores que afectan a una enorme mayoría en beneficio de unos pocos que los rodean.

Debemos comenzar a pensar que la experiencia es un valor imprescindible para gobernar. Naturalmente que para llegar a ella, se deben transitar pasos previos donde está contemplado el fracaso, el error, el reconocimiento a sus propias limitaciones y fundamentalmente tener la dignidad política de repararlos, reconociendo sus equívocos.

"Si para que algo se lleve a cabo muchas personas deben poner su parte, será muy complicado que el objetivo buscado llegue a producirse. Aunque sea de forma meramente estadística, en cualquier trabajo que realicemos siempre encontraremos alguien que no cumple con su palabra".

Si nos reformulamos nuestra actitud ante los inconvenientes que se nos presentan y que nos han llevado a cometer el error, es seguro que estaremos en el camino indicado. Esta sintomatología, la sociedad argentina la está viendo en los últimos años y como el dice el refrán: "Seguimos tropezando con la misma piedra".

Ahora estamos ante una oportunidad, realmente trascendente. La conciencia política ya es patrimonio de gran parte de los ciudadanos y ciudadanas. Esto ayuda. No será el remedio, porque hay mucho camino que recorrer, pero es un buen principio.

Las circunstancias nos indican que frente a las urnas los argentinos tendremos la oportunidad de desafiar a nuestro destino. Lo que se ha hecho bien, a conciencia, hay que premiarlo. El oportunismo, que solo pretende seguir en la inmoralidad de un poder que no le pertenece, debe rechazarse y eso solo se puede lograr con el voto.

Y cerremos esta columna de hoy con un pensamiento del Príncipe Maquiavelo, uno de los más relevantes pensadores de la política y de quienes la ejercen: "No puede haber grandes dificultades donde abunda la buena voluntad. Si ponemos todo nuestro empeño al final, sin duda, lograremos conseguir nuestro objetivo, poder conseguir un gran logro casi siempre demandará un gran esfuerzo por nuestra parte".