No es la primera vez, y como se puede apreciar en diferentes circunstancias de la vida ciudadana no será la última oportunidad, que amerite darle tratamiento a un fenómeno social que esta haciendo estragos, fundamentalmente entre los más jóvenes.
La titular del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi), Greta Pena, aseguró -a un medio colega de Santa Rosa- “que la actualidad de adolescentes y jóvenes ‘está en un momento crítico’ respecto a la violencia escolar, el bullying y el trato discriminatorio”.
El quebranto de las relaciones entre este segmento social, no ha resultado- hasta ahora- de fácil acceso, por el contrario se agudiza y va tomando diferentes formas todas, tendientes a poner en evidencia diferencias que parten de lo social, económico, llegando a lo personal.
El más conocido y tratado destrato social que hoy todos evalúan, el bullying es un resorte de agresividad que puede ocasionar lesiones físicas, problemas sociales, problemas emocionales e, incluso, la muerte.
Aquellos que son víctimas de intimidación tienen mayor riesgo de desarrollar problemas de salud mental, dolores de cabeza y problemas de adaptación en la escuela.
La realidad del bullying y la enorme desconsideración que se puede apreciar, se materializa entre los más jóvenes, que está rompiendo, lo que podríamos denominar, el cumplimiento de las normativas que están insertas en el contrato social.
Naturalmente que esta fórmula es abarcativa e incluye -fundamentalmente- al contenido de un acuerdo o comprensión en el marco de la política, pero entendiendo que la relación humana infiere un “pacto de sociabilidad hacia el otro que, se supone, puede integrarse para señalar que se han deteriorado, a un extremo impensable, los rasgos y valores que nos hace humanos y solidarios.
Cuando hablamos de violencia, especialmente la referida a los más jóvenes, ninguna duda que debemos tener en cuenta que las distintas circunstancias que han ido transformando la sociedad, son parte de ese complejo entramado en donde el otro no nos importa como debiera.
Cuando nos referimos a “los valores sociales y morales” son aquellos que orientan nuestra conducta, en base a ello decidimos cómo actuar ante las diferentes situaciones que nos plantea la vida. Se relacionan principalmente con los efectos que tiene lo que hacemos en las otras personas y en la sociedad.
Estos factores que tienen una raíz ubicada en el marco del hogar, que es desde donde comienzan a transmitirse naturalmente y que recorren un complejo laberinto de sucesos que vive la sociedad, se han ido perdiendo, desdibujándose al punto que hasta la vida ha perdido su verdadero valor y realmente -por los episodios que hemos visto y vemos los argentinos- apreciamos que estamos en lo correcto. Lamentablemente.
Organismos especializados, grupos interdisciplinarios, los desarrollan y aplican la psicología social para entender muchos de los problemas que nos aquejan. Están realmente preocupados, por el incremento y la gravedad de los rasgos de intolerancia que se aprecian en un amplio sector de la ciudadanía, pero lo más inquietante es lo que se puede ver en el segmento de los púberes, la pre y post adolescencia.
Es allí adonde apuntábamos en estas consideraciones. El tratamiento peyorativo que configura una de las formas del bullying, hoy es materia corriente y se ha convertido en una costumbre.
Lo grave es que va en aumento y en no contar quién es objeto del maltrato y la desconsideración de sus iguales, con el respaldo familiar, que está alarmado por otras dificultades que debe sortear a diario, el niño, niña, de diferentes edades, se sienten desprotegidos y comienzan a deteriorarse mental y físicamente, situación que puede tener derivaciones insospechadas.
El deterioro de los valores morales significa un quiebre muy profundo en el tejido social. No debemos soslayar que son aquellos parámetros de conducta y actitudes que toda persona debe tener para vivir en sociedad. Es aquello que la familia, la sociedad y la persona como individuo, consideran correcto y ético.
Los mayores somos los que tenemos que repensar nuestras conductas para poder instrumentar los mecanismos de ayuda que requieren nuestros chicos. El bullying (palabra en inglés que significa intimidación) se refiere a todas las formas de actitudes agresivas, intencionadas y repetidas, que ocurren sin motivación evidente, adoptadas por uno o más estudiantes -o no- contra otro u otros, que causan daños físicos y/o psicológicos.
Es evidente que debemos prepararnos, la Argentina está soportando un profundo quiebre en lo social que no debe ni puede ignorarse.
La fórmula no es buscar responsables sino los mecanismos que nos permitan combatirlo. Sentirnos parte de lo que está sucediendo y asumir que sólo existe una manera de comenzar a estimar que somos iguales a los otros y es recuperando los valores que, lamentablemente, hemos dejado atrás.
Debemos iniciar la recomposición de las capas sociales más vulnerables y una de las soluciones para evitar el bullying y el destrato, es enseñarles a los niños, adolescentes y jóvenes la importancia de los valores como la tolerancia, el respeto y la empatía.
La finalidad de dicha enseñanza es que puedan comprender el valor humano presente en cada uno de sus compañeros.
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