VIERNES 29 de Marzo de 2024
 
 
Compartir
Twittear
 

Cuando al ordenador desordenamos

El orden (la manera de colocar las cosas en el lugar que les corresponde) es una subjetividad, porque cada uno tiene una idea distinta de cómo debe ordenarse.

Por ejemplo, mis íntimos juzgan que tengo un caos de objetos, prendas de vestir y otros artículos domésticos que habitan mi casa. Pero yo encuentro casi todo lo que busco y si alguien me cambia una cosa de lugar se me vuelan los pájaros, que quizás tampoco estén muy ordenados.

Podría ocurrir que el caos fuera mi orden. Y es cierto que el proceso de modificar la ubicación de los objetos da como resultado una paradoja porque el ordenar genera desorden. Por lo tanto a veces busco crear un balance entre orden y desorden sin llegar a los extremos que nunca fueron buenos.

Claro que en todo esto debe influir nuestra natural resistencia a los cambios. Cuando algo es nuevo para nosotros o alguien intenta modificar nuestro modus vivendi, se nos ponen los sentidos de punta, rozamos el estrés y apelamos a la frase más antipática del mundo: “Que nadie me toque nada...”

Yo recuerdo que en la película “El caballero oscuro” dirigida por Christopher Nolan, el antagonista de Batman advertía: “Si alteras el orden establecido el mundo se volverá un caos”. Si bien el personaje se refería a la sociedad y al establishment, creo que la sentencia también podría aplicarse al desconcierto material que en menor escala suele desbaratar o desequilibrar nuestras vidas.

Un amigo me decía sobre esto que el tema es no huir, no quedarse paralizado, no mirar a otro lado, y que solo si aceptamos el desafío de salir de nuestra zona de confort, podremos llegar airosos con el tiempo a otra nueva zona de confort.

Bueno... habrá que entrenar el músculo de la organización. Ya nomás me pongo a revisar cada rincón de mis placares y a ver qué hago con lo que no uso o no me entra, qué cosas saco y regalo y cuáles otras seguirán ocupando un lugar en mi existencia.

Pero mientras tanto “Que nadie me toque nada...”

 

Por Hugo Ferrari

Especial para La Reforma

 

Escriba su comentario

Tu email no sera publicado.